27 de junio de 2009

Un monasterio, una historia y un caballo: La Cartuja.



Mil años antes de Cristo los fenicios llevaron ya los primeros caballos a la ciudad de Jerez (España). Los griegos, años más tarde, alabaron sus cualidades y se impresionaron por la belleza de esos animales. En el siglo VIII, los árabes invaden la península ibérica y consiguen cruzar sus propios caballos árabes con esos caballos autóctonos jerezanos, creando así el caballo árabe español. Más tarde, el rey Alfonso X de Castilla y León (1221-1284) reconquistará Jerez en el año 1264, expulsando a los musulmanes de la ciudad. Se establece entonces en la ciudad de Jerez reconquistada el Monasterio de Nuestra Señora de la Defensión, perteneciente a la monacal orden Cartujana (fundada en el año 1084 por San Bruno en Italia).

En el año 1475 se decide trasladar el monasterio a orillas del río Guadalete, a las afueras de Jerez. Un tristemente famoso río por la derrota infringida al rey visigodo Rodrigo, provocada en el año 711 d.C. por las huestes árabes, dando lugar así a la  fatídica invasión islámica de España y su permanencia en la península por casi ocho siglos. También fue escenario ese río de otra famosa batalla, ésta llevada a cabo en el año 1368 contra los musulmanes, pero esta vez resuelta favorablemente para España..., con la intercesión, al parecer, de Nuestra Señora de la Defensión, a la cual se acabaría por erigir una ermita en ese mismo lugar. Y es ahí, en esa pequeña ermita románica, donde se instalaría definitivamente el Monasterio Cartujo a finales del siglo XV. Pero ahora con un estilo renacentista, clasicista y andaluz propio de la época. No se terminaría de construir el monasterio totalmente sino hasta el siglo XVII, siendo entonces renovado -en el año 1667- en un claro estilo barroco, más adecuado al gusto del momento y de la época. Cuando el monasterio cartujano estuvo en su máximo esplendor, en pleno siglo XVI, los monjes cartujos realizaron un decisivo cruce de caballos para la historia: el ejemplar hispano-árabe con otro de origen alemán. El resultado dio origen a lo que hoy conocemos como el extraordinario caballo cartujano.

El caballo andaluz actual, propiamente dicho, es un caballo ibérico de tipo barroco, es decir, es robusto pero ágil y descendiente de aquellos caballos de combate de la edad media y las guerras de reconquista. Se caracteriza por tener grandes los cuartos (patas) traseros, por disponer de un cuello musculoso y arqueado y por tener un perfil recto o ligeramente convexo , así como por mostrar unas crines y una cola abundantes. Son caballos apropiados para la alta doma o doma clásica, y se encuentran entre las razas equinas más antiguas del mundo. En España, el caballo andaluz se conoce también como caballo español y su denominación oficial es Pura Raza Español (PRE). Y esto es así porque se considera que el caballo andaluz es el caballo español por antonomasia. Existen muchas otras razas de caballos españoles, sin embargo, en la mayoría de los países se les conoce por caballo andaluz. Una de las líneas de cría más importante de esta raza es el llamado caballo Cartujano.

En el año 1810 los franceses de Napoleón invaden también el sur de España, y los monjes se ven obligados a abandonar el monasterio jerezano y trasladarse a Cádiz. Tres años después, al regresar los monjes a su monasterio, lo encuentran todo saqueado y desolado. En el año 1821, las Cortes españolas del bienio liberal (1821-1822) ordenarían la supresión de todos los conventos en España, y, aunque la reacción del año 1823 contra el liberalismo derogaría dicha orden, es definitivamente en el año 1835 cuando son expulsados los cartujos de sus tierras, gracias a la desamortización de los gobiernos liberales de la época, que obligaba a la expropiación de conventos e iglesias en toda España. El monasterio pasaría entonces a ser cárcel, y se declararía posteriormente monumento nacional en el año 1856. Hasta el año 1948 no fue devuelto el monasterio a sus antiguos propietarios, los monjes cartujanos. Hoy en día el gobierno español tiene la responsabilidad de mantener la raza y de mejorar este patrimonio equino genético único: los caballos Cartujanos.

7 de junio de 2009

La Justicia y la Historia: una batalla perdida, una batalla ganada.



Hace 205 años una Fragata española procedente de América, Nuestra Señora de las Mercedes, fue atacada y hundida al sur de Portugal, a unos escasos 50 kilómetros del territorio peninsular español. Era un navío de guerra apropiado para proteger el tráfico ultramarino, siendo muy útil su participación contra los corsarios gracias en parte a su velocidad. Pero otros corsarios, con patente oficial de entonces, no dudaron en hundirla frente al cabo de Santa María, cerca de Faro (Algarve) el 5 de octubre de 1804.

No existía declaración de guerra en ese momento, sin embargo otra fragata, la Infatigable, de bandera británica no dudó en disparar sus cañones y abatirla. El buque acabó en el fondo del océano, y 249 españoles perdieron su vida honrosamente. Hoy, en junio de 2009, una justicia imparcial decide ahora que todo resto encontrado (por otros piratas) sea devuelto a su legítimo propietario. Así mismo que sean ya respetadas las tumbas marinas de tantos hombres inocentes que ahora la Historia, siempre salvadora, trae a la memoria y al reconocimiento. Sirva este pequeñísimo homenaje a esos hombres, y a la verdad.