20 de agosto de 2009

Un gran héroe olvidado: el Almirante don Blas de Lezo.



En toda su historia, España ha tenido muchos hombres que dedicaron su vida a la mar y a la guerra. Ambas cosas fueron abundantes en España, y permitieron a pequeños hidalgos de no muy lustrosa extracción social llegar a escalar los mayores peldaños hacia la gloria. Blas de Lezo y Olavarrieta nació en la portuaria y bella ciudad vasca de Pasajes, cerca de San Sebastián, en el año del Señor de 1689, y fallecería en Cartagena de Indias, Colombia, en el año 1741. De familia marinera, se formaría inicialmente en Francia gracias a los fuertes vínculos que por entonces la corte española mantenía con el país vecino. Rápidamente participaría Blas de Lezo en muchas batallas navales, que iniciaría con apenas 15 años. Incluso en una de esas batallas llegaría a perder muy joven su pierna izquierda. Con apenas dieciocho años, en el asedio de Tolón,  en la costa sur de Francia, un cañonazo enemigo le insertaría una esquirla de madera en su cara, perdiendo así el ojo izquierdo para siempre. Con veintitrés años, le ascienden a capitán de fragata y, dos años después, a capitán de navío.

En la guerra de Sucesión española (1701-1715), en el llamado sitio de Barcelona, y con veinticinco años, pierde Blas de Lezo el antebrazo derecho, demostrando un valor extraordinario ante la adversidad y sus heridas. En el año 1723 obtuvo el mando de las fuerzas navales de los Mares del Sur -océano Pacífico español-, limpiando entonces las aguas españolas de piratas y corsarios, permaneciendo allí hasta el año 1730 en que es llamado a España por el rey Felipe V. Como recompensa por sus servicios, es promovido a Jefe de la Escuadra del Mediterráneo, realizando heroicos y eficaces ataques contra los piratas berberiscos de Orán. En el año 1734 el rey Felipe V de España (1683-1746) lo nombra Teniente General de la Armada siendo destinado a dirigir la Comandancia General del Departamento de Cádiz. Al año siguiente es llamado a la Corte en Madrid, pero, no soportaba las comodidades de la vida civil ni la falta de acción ni el estar alejado de su amado mar. Solicita permiso a su Majestad para poder embarcar de nuevo en un buque de guerra. Felipe V se lo concede y es nombrado Comandante General de la Flota de Tierra Firme (Continente sudamericano). Llega a Cartagena de Indias en el año 1737 para asumir la Comandancia General de aquel importante bastión caribeño.

Los ingleses habían decidido hostigar el Caribe español y obtener así beneficios económicos paliando el monopolio marítimo de España en esas latitudes. Con una excusa cualquiera, Inglaterra declara la guerra a España en el año 1739. Aprovecha entonces el almirante inglés Sir Vernon una oportunidad bélica única -disponer de una gran flota británica- para llevar a cabo un ingente desembarco en Cartagena de Indias (desde la Armada Invencible española del siglo XVI no se había visto una flota de asalto mayor en el  mundo, al menos hasta el desembarco aliado, siglos después, en Normandía durante la Segunda Guerra mundial). Con una flota de ciento ochenta y seis navíos y más de 25.000 hombres, el 13 de marzo del año 1741 se avista por Punta de Canoa en la costa cartagenera la altiva bandera británica. La guarnición española de Cartagena de Indias, en ese momento, contaba con unos escasos tres mil hombres y tan solo seis navíos. Es entonces cuando el Almirante Blas de Lezo hábilmente organiza la defensa de su Comandancia con extraordinario ingenio, valor, engaño y resistencia. El resultado fue que, después de casi dos meses de asedio británico a Cartagena de Indias, la flota inglesa hubo de huir a la isla de Jamaica sin conseguir ninguno de sus objetivos y con graves pérdidas humanas y materiales.

Tamaña hazaña defensiva, teniendo en cuenta la desproporción de fuerzas y medios, fue una afrenta para el vanidoso orgullo británico y una de las más humillantes derrotas bélicas en toda la historia de la Real Marina inglesa. Tanta fue la humillación, que el propio rey inglés Jorge II prohibiría a sus cronistas que hiciesen mención alguna de tal suceso. La realidad fue que este evento histórico supuso el liderazgo español en los mares de todo el mundo hasta la fatídica batalla de Trafalgar, producida en el año 1805, donde España perdería su poderío y esplendor en el mar. Don Blas de Lezo moriría enfermo de Peste en Cartagena de Indias a los pocos meses de su gesta, posiblemente por la infección de los cadáveres insepultos producidos en la terrible batalla. Fue enterrado el héroe español en una fosa común en Cartagena de Indias. Años más tarde, la Corona española le recompensaría, a título póstumo, con el Marquesado de la Real Defensa. Nunca, probablemente, un título nobiliario en toda la historia de España haya sido de tan justo nombre concedido jamás. Sea esta reseña histórica un pequeño homenaje a tan grandísimo hombre, militar y marino español.

(Imágenes de Don Blas de Lezo; Grabado de Navíos de guerra en batalla; Fotografía actual de Cartagena de Indias; Plano de esta ciudad en el siglo XVIII, actual Colombia.)

2 comentarios:

Viriato dijo...

Buena entrada sobre este grande de nuestra historia. Yo también escribí sobre él en mi bitácora hace tiempo.

Un saludo.

Alejandro Labat (Arteparnasomanía) dijo...

Un extraordinario almirante, un héroe desconocido, como muchos otros españoles. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.