29 de junio de 2010

Una aventura en el desierto, un héroe olvidado y un destino cruel.



En octubre del año 1924 dos pilotos militares españoles propusieron al gobierno del general Miguel Primo de Rivera un proyecto para volar a las islas Filipinas. Pero las operaciones bélicas de la guerra de Marruecos del año 1925 pospusieron toda iniciativa de la Aviación española. En aquellos años proliferaron en casi todos los países occidentales las gestas aéreas, unas rutas de aviación pioneras para llegar más lejos, más rápido y antes. Los capitanes del Servicio de la Aviación militar española, pilotos Joaquín Loriga Taboada (1895-1927) y Rafael Martínez Esteve (1894-1965), habían preparado un plan de vuelo a Filipinas con las rutas, los permisos y los aviones adecuados para realizarlo. Eligieron unos aviones franceses, los Breguet XIX -biplanos con gran capacidad de combustible-, para volar en esa gran aventura hacia el Oriente. Así se encargaron para la Aviación militar dos modelos a la compañía francesa Breguet, los modelos matriculados con los números 29 y 30, para tenerlos listos en la primavera del año 1926. En varias etapas se pretendía sobrevolar todo el norte de África, Oriente Medio, la costa del Golfo Pérsico y llegar hasta la India británica en Karachi. Desde ahí, por todo el subcontinente indio, proseguir hasta Calcuta para bajar a Bangkok, subir luego a Indochina y más tarde llegar a la colonia portuguesa de Macao. Así hasta terminar después el raid definitivamente en la ciudad de Manila, capital de las islas Filipinas. Sin embargo, el capitán Martínez Esteve enfermaría fastidiosamente al poco de saberse la fecha de salida.

El gobierno español lo sustituye entonces por otro piloto capitán, Eduardo González Gallarza (1898-1986). Pero en marzo del año 1926 el capitán Martínez Esteve se recupera y solicita reincorporarse a la aventura. Sin embargo, no había más aviones disponibles, así que se localiza uno que había sido utilizado en la campaña de Marruecos, se lleva a Madrid y es revisado de urgencia para su utilización en el Raid Madrid-Manila. Este avión, el número 4, fue el que pilotaría el capitán Martínez Esteve en el famoso Raid a Filipinas. El día 5 de abril del año 1926 despegan los tres biplanos del aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid. Al sobrepasar más tarde el desierto de Arabia (hoy Jordania) el avión Breguet nº 4 del capitán Martínez Esteve, bautizado Juan Sebastián Elcano y llevando a bordo al mecánico Pedro Calvo, tiene forzosamente que aterrizar en el desolado desierto jordano. Al parecer, el depósito de combustible del avión se había vaciado por una rotura accidental. En situación tan desesperada, sin comunicación de ningún tipo, ni señales ni medios para sobrevivir, los héroes perdidos sólo pudieron confiar en que sobrevolasen la zona algunos aviones ingleses que atravesaban esa ruta del desierto. Gracias al agua del radiador del avión consiguieron mantenerse vivos. Al cabo de cinco terribles días, después de varios aviones británicos que no los divisaron, una avioneta de la Real Fuerza Aérea inglesa lograría por fin rescatarlos.

De aquella aventura, el capitán Martínez Esteve escribiría un libro que se editaría en Madrid en el año 1926: Una aventura en el desierto. Fue entonces una obra precursora de los aviadores románticos perdidos en un desierto, algo como les sucediera años después en el Sahara al escritor Antoine de Saint-Exupèry, autor del famoso relato El Principito, o al húngaro Làzlo Almàsy, famoso conde Almàsy por ser El Paciente inglés. Los otros dos aviones de aquel Raid Madrid-Manila habían continuado su recorrido hasta Indochina. Pero en Hanoi al avión del capitán Loriga, el Fernando de Magallanes, le sobreviene un fallo en el circuito del agua y además su mecánico de vuelo no puede continuar por una infección bucal. Desde Macao los dos capitanes, Loriga y Gallarza, vuelan juntos en la aeronave del último, el López de Legazpi, con la que consiguen llegar a Manila el día 11 de mayo del año 1926. Así fue como la llamada Patrulla o Escuadrilla Elcano lograría, por primera vez en años, unir a dos países hermanos, España y Filipinas, países que habían dejado de ser tan solo uno veintiocho años antes. Al capitán Martínez Esteve le obligaron a regresar antes a España, frustrando el deseo del héroe por conseguir llegar a Manila con su avión Breguet. En los años siguientes otros proyectos aeronáuticos del capitán Esteve le fueron negados por el mando de la Aviacion militar. Hasta la caída del general Primo de Rivera, el ahora comandante Esteve no conseguiría reanudar su prometedora carrera de aviador.

Proclamada la República española en el año 1931, es nombrado el comandante Martínez Esteve Jefe de las Fuerzas Aéreas de la Zona Oriental de Marruecos. Pero luego se haría cargo de la Jefatura de la Base Aérea de Tablada en Sevilla. En este puesto, en aquel fatídico verano del año 1936, le sorprendería el levantamiento del ejército de África del general Franco. El gobierno republicano había enviado ese mismo día aviones de Madrid para bombardear a los rebeldes alzados en la ciudad andaluza. Un joven teniente piloto de Tablada, Vara del Rey, conjurado con los rebeldes, trató de boicotear los aviones republicanos llegados desde Madrid. Los tripulantes de esos aviones acosarían violentamente al teniente en respuesta a su acto. El comandante Martínez Esteve interviene decidido para salvar la vida del teniente, y, luego, arrestarlo después como su responsabilidad de Jefe de la Base le obligara a hacer. El gobierno republicano insiste en querer bombardear los enclaves de Sevilla donde se refugian los militares rebeldes. Martínez Esteve duda, pero, al final, no autorizaría la salida de esos aviones para evitar así víctimas civiles innecesarias. Una llamada del general Queipo de Llano a Esteve amenazando con atacar la Base hace que se rinda finalmente el comandante. Más tarde sería acusado en un consejo de guerra y sentenciado a muerte.

Gracias a la intervención del teniente Vara del Rey, el oficial rebelde al que Esteve salvaría la vida, así como por su actuación al frente de la Base aérea, le sería conmutada la pena de muerte por treinta años de prisión mayor. Siete años después conseguiría del gobierno franquista la atenuación a veinte años de prisión menor, y, poco después, el expediente de libertad condicional. En el año 1945 la esposa del piloto Martínez Esteve fallece, luego de haber tenido el matrimonio que emigrar con sus hijos fuera de España. Un año después, el aviador se traslada a Madrid donde puede por fin reencontrarse con dos de sus cinco hijos. En abril del año 1965 moriría en Madrid, triste y olvidado, uno de los héroes aviadores más desconocidos de aquella Patrulla Elcano. Un héroe fallido que -como fue su caso- no conseguiría alcanzar aquella meta filipina pero que, a cambio, sí que lograría conseguir alcanzar otra hazaña: sobrevivir a un desierto inhóspito, desolado y salvaje. Aunque, sin embargo, no pudo llegar a sobrevivir del mismo modo a un cruel destino personal tan fatalmente contingente, uno tan injusto y desalmado como aquel que él viviera.

(Grabado de la portada del libro Una aventura en el desierto, escrito por Rafael Martínez Esteve, Madrid, 1926; Fotografía de un avión del tipo Bruguet XIX, 1926; Fotografía de los aviones Bruguet de la Patrulla Elcano, 1926; Imagen de la antigua pista y base de Tablada, Sevilla; Fotografía del capitán Rafael Martínez Esteve, 1926)

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