7 de agosto de 2010

La imagen reflejada, la autoría identificable, la creatividad auténtica, o la vanidad del autor.



Una de las mayores aspiraciones de un creador es, posiblemente, identificarse con su propia creación artística. Ya Alfred Hitchcock (1899-1980) haría sus cameos, o apariciones, en sus propias famosas películas de un modo muy habitual. La pintura ha tenido también verdaderos genios en este arte... Pero, la fotografía ha sabido también reflejar la escena y a su propio autor al mismo tiempo. Aquí he tratado de mostrar sólo algunos ejemplos de composición personal entre obra y creador. Dos cosas íntimamente unidas, y que, a veces, se tiende a olvidar por la creación en sí misma..., pero que, casi siempre, es un fiel reflejo de la personalidad de quien la crea, la imagina o la expone.

(Imagen del cuadro El estudio del pintor, 1855, de Gustave Courbet; Las meninas, 1656, de Velazquez; Óleo El taller del artista, 1666, del pintor Vermeer; Cuadro Dalí y Gala frente al espejo, 1973, de Dalí;  Cuadro Alegoría de la pintura, del pintor haitiano Robert Luxama (Haiti, 1983); Fotograma de Alfred HitchcockMarnie, la ladrona, 1964)

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