21 de septiembre de 2013

La versatilidad genial del Arte o haber pintado cosas imposibles de pintar.



De Pieter Bruegel el viejo (1525-1569) diría un geógrafo renacentista amigo suyo: Nuestro Bruegel ha pintado muchas cosas imposibles de pintar...  Nacido en el Flandes profundo del siglo XVI, el pintor fue acariciado por la influencia que su tierra flamenca absorbiera para crear así su maravilloso Arte renacentista. Admirador de su compatriota El Bosco, utilizaría su mismo imaginario universo creativo para crear algunas de sus pinturas más misteriosas. Sin embargo, no ha pasado Bruegel a ser un paradigma -como sí lo fuera El Bosco- en el Arte de ese original modo surrealista de pintar un paisaje. Bruegel compuso paisajes muy humanizados, donde las personas disfrutan, sufren y protagonizan el sentido de vivir. El realismo renacentista no es el realismo barroco, este último más crudo y verista. Pero Pieter Bruegel consigue en sus obras matices de verosimilitud que, a diferencia de otros pintores, no hiere la mirada del espectador -como casi todo en el amable Renacimiento- sino más bien le afecta al alma -al sentimiento- donde el pintor flamenco trata siempre de llegar.

Para entender a un artista, en este caso Bruegel, hay que ver su obra detenidamente. Pero, entonces, ¿cuál obra elegir mejor? No es fácil decidirse con un autor tan personal o singular. Aun así he seleccionado tres lienzos suyos para hacer una reflexión de cómo el Arte es capaz de exponer una visión distinta de las cosas que reflejan lo más humano en una obra. La primera de sus obras, Los Segadores -o La Cosecha-, es una pintura de una extraordinaria composición escénica. Expone el pintor un universo donde todos los detalles van más allá de lo que parecen en la imagen de un vulgar paisaje campestre. Es como en la vida, que nada se alejará de nada para relacionarse o que ninguna cosa dejará de tener que ver con otra, aunque nada tengan que ver entre sí aparentemente. Las cosas -todas las cosas- seguirán influyendo entre sí todas ellas a pesar de algo que parezca predecir lo contrario. El pintor flamenco centra en su obra el objetivo de todo lo que está sucediendo en la escena irrelevante... Pero, ¿qué es lo que está sucediendo? El autor no deja de decirnos en su obra -bellamente- que todo en la vida de los seres humanos -las simples, pequeñas o sencillas cosas- son elementos relevantes y necesarios que están -el paisaje, los esfuerzos, el descanso, los senderos, el silencio- influyendo ahora en todo aunque así no lo parezca. 

Su obra La Matanza de los Inocentes, basada en el relato bíblico del rey Herodes -siglo I-, parece ahora una escena bélica de su propia época violenta -pleno y bélico siglo XVI- en su inestable tierra flamenca. Por entonces Flandes era parte de la corona española de Felipe II, y los disturbios y enfrentamientos de los Tercios hispanos eran habituales con los rebeldes flamencos. El pintor retrata a algunos personajes de entonces entre las figuras representadas, como por ejemplo  el duque de Alba. Algunos caballeros son representados con sus picas enhiestas preparadas para la lucha (arma española del siglo XVI), y otros con las antiguas espadas bíblicas dispuestos a degollar a los niños inocentes de la leyenda. Se convierte el pintor en uno de los primeros creadores que utilizaría la crítica social e histórica -muy subliminalmente- en el delicado Arte renacentista. Utilizó el pintor esa crítica muchas veces y en alguna ocasión hasta con sentido del humor. Fue un pintor popular y campesino, muy cercano a las costumbres flamencas vulgares y rurales de su tierra. Sin embargo, Bruegel no defrauda nunca a los amantes del Arte más sublime y clásico. Esa versatilidad artística hace de este pintor flamenco un genio renacentista universal. Su pintura La loca Meg -conocida en flamenco como Dulle Griet- representa una fábula medieval muy conocida en su país. Era tal la ambición y codicia de una vieja loca, ladrona y campesina, que se atrevió incluso a ir hasta al mismísimo infierno para robar. Y, ¿qué mejor forma de componer esa curiosa leyenda popular que con el estilo onírico, salvaje y cómico que tanto admiraría Bruegel de su curioso, original y anticipado colega El Bosco?

(Las tres obras de Pieter Bruegel el viejo: Óleo Los Segadores, 1565, Metropolitan, Nueva York; La matanza de los inocentes, 1567, Colección Real, Londres; La loca Meg, 1562, Museo Mayer van den Bergh, Amberes.)

2 comentarios:

Unknown dijo...

He tenido el privilegio de observar la obra "el triunfo de la muerte" en el Prado.

Una obra que a pesar de sus colores sombríos te engancha por la gran cantidad de detalles que muestra en sus personajes, permitiéndose incluso cierto sarcasmo, al mostrar a una pareja de enamorados ajena a la catástrofe y uno de los esqueletos ironizando tras ellos.

Una tabla que no deja a nadie indiferente.

Un abrazo.

Alejandro Labat (Arteparnasomanía) dijo...

Hay pintores escondidos, desconocidos, tras creaciones deslumbrantes. Bruegel es uno de ellos. Han pasado por la historia de puntillas. Está claro que internet nos ayuda a descubrirlos.

Un abrazo.