18 de noviembre de 2017

El Arte como una creación compositiva extraordinaria, con gestos, colores o perspectiva de belleza.



Para amar el Arte hay que comprender la geometría artística de la belleza. Porque la belleza puede existir aislada y la geometría puede ser equilibrada, pero tan solo en el Arte se combinarán ambas para hacer ahora algo muy especial que brille a nuestros ojos. ¿Existe alguna cosa creativa en el mundo que pueda separar, sin alterar nada, el sentido del mensaje del mensaje del sentido? El mensaje, el sentido... Porque no es lo mismo el sentido del mensaje que el mensaje del sentido. En el Arte ambas cosas se darán. Pero, sin embargo, será el mensaje del sentido lo que más persistirá o destacará en una obra de Arte. ¿Qué es el mensaje del sentido? Aquí manejaremos ahora la doble significación de la palabra sentido, por un lado finalidad y por otro sentimiento. Porque en el sentido del mensaje es la primera acepción, la finalidad, el significado usado. En la segunda, en el mensaje del sentido o de lo sentido, es, sin embargo, el sentimiento. Pero, ¿qué es más definitivo o relevante en el Arte, la finalidad o el sentimiento? Es evidente que el sentimiento. Pues la finalidad, como lo enunciara el filósofo Kant, no es una característica esencial de la estética, ni, por tanto, del Arte. Así que nos quedará el sentimiento. Es decir lo que se siente ante una expresión artística determinada, en este caso ante la imagen compositiva de una obra de Arte como la del pintor italiano Massimo Stanzione, su óleo del año 1635 El Nacimiento del Bautista anunciado a Zacarías.

El mensaje aquí está claro: según el evangelio, un ángel se aparece a Zacarías, levita judío de Jerusalén, para anunciarle que su mujer -de avanzada edad- se quedaría encinta y daría a luz un niño al que debían llamarle Juan. En pleno Barroco contrarreformista la escuela italiana de Stanzione, verdaderamente una escuela completa de toda la pintura barroca italiana de la primera mitad del siglo XVII, acabaría utilizando un mensaje teológico para llegar a componer obras de Arte de una sentimentalidad maravillosa. Sus colores son prodigiosos en esta obra suya, ya que resaltarán decididos entre la clásica alineación de monótonas tonalidades óleo-terrosas. Porque vemos ahora ahí ocres, azules, encarnados y verdes. Vemos rostros también, unos personajes aislados en una composición única que lleva la mirada del observador desde un ángel a la figura de espaldas de una mujer. Personaje éste en el primer plano de la pintura que, ahora, difícilmente subirá el escalón que matiza la horizontalidad más genial del encuadre inferior de la obra. Perspectiva interior y perspectiva exterior... Seres humanos, muchos seres humanos ahora en la obra, casi no podremos saber cuántos con certeza hay ahí. Sin embargo, toda esa multitud no deslucirá el encuadre compositivo fundamental de la obra barroca. Y estos son aquí el ángel, la mujer de espaldas, Zacarías y la joven de perfil que, ahora, mira decidida la sagrada escena prodigiosa. El resto, que existe, que está ahí, tan solo será aquí justificado apenas frente al labrado maravilloso del querubín de una pila.  

Massimo Stanzione (1585-1658) se inspiraría en todos los grandes creadores italianos que le antecedieron. Por eso él no acabaría nunca de definirse en ningún estilo concreto. Sin embargo, Stanzione conseguirá hacernos descubrir siempre la belleza en todas sus creaciones. Porque retrataría la belleza destacada de un Caravaggio, de un Carracci, de un Reni, de pintores italianos del Barroco temprano que supieron combinar belleza con innovación, gestos dramáticos con maneras sutiles, o colores perfilados con tonalidades llenas de emoción. Sus obras consiguen llevar la belleza del sentimiento a un nivel superior a cualquier otra característica estética o ética en el Arte. Algo que superaba la arrogancia -aquel necesitado mensaje artístico- que algunos creadores hicieron -o intentaron hacer- de una cualidad, sin embargo, apenas muy existente en sus grandiosas obras. Porque el Arte es lo único que procede del sentimiento y va a parar al sentimiento. Ver las obras de Stanzione es comprender hasta qué punto reunir elementos dispares en un conjunto artístico es la mayor grandeza que se pueda realizar para entender que, una determinada combinación plástica, no es más que una excusa para llegar a expresar la belleza más necesitada, la más armoniosa o la más sentida.

(Óleo El Nacimiento del Bautista anunciado a Zacarías, 1635, del pintor barroco Massimo Stanzione, Museo del Prado, Madrid.)

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