Hace 205 años una Fragata española procedente de América, Nuestra Señora de las Mercedes, fue atacada y hundida al sur de Portugal, a unos escasos 50 kilómetros del territorio peninsular español. Era un navío de guerra apropiado para proteger el tráfico ultramarino, siendo muy útil su participación contra los corsarios gracias en parte a su velocidad. Pero otros corsarios, con patente oficial de entonces, no dudaron en hundirla frente al cabo de Santa María, cerca de Faro (Algarve) el 5 de octubre de 1804.
No existía declaración de guerra en ese momento, sin embargo otra fragata, la Infatigable, de bandera británica no dudó en disparar sus cañones y abatirla. El buque acabó en el fondo del océano, y 249 españoles perdieron su vida honrosamente. Hoy, en junio de 2009, una justicia imparcial decide ahora que todo resto encontrado (por otros piratas) sea devuelto a su legítimo propietario. Así mismo que sean ya respetadas las tumbas marinas de tantos hombres inocentes que ahora la Historia, siempre salvadora, trae a la memoria y al reconocimiento. Sirva este pequeñísimo homenaje a esos hombres, y a la verdad.
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