12 de noviembre de 2014

Con Turner la Naturaleza no murió, con Turner la veremos de otra forma, la más creativa del mundo.



En Roma existe un antiguo edificio de la época imperial, el Panteón, cuyas piedras fueron levantadas en el año 128 d. C., justo en el mismo lugar donde antes existieron (desde el año 25 a.C.) otras parecidas, hasta que un incendio en el año 80 d. C. destruyese el originario edificio. El Panteón fue un lugar dedicado a todos los dioses de la antigua Roma. Así se mantuvo por siglos, como un recuerdo de aquella grandeza imperial. Hasta que en el siglo XVI fuese enterrado ahí un genio del Arte renacentista, el cual ya había alcanzado la gloria antes de morir. En su lápida fue grabado un epitafio laudatorio que decía: Aquí yace Rafael, por quien la naturaleza, madre de todas las cosas, temió ser vencida y morir con su muerte. El pintor Rafael Sanzio (1483-1520) fue el clásico más excelso de todos los grandes pintores de la historia. El más perfecto, el mejor, el más detallista y virtuoso. Efectivamente, la naturaleza, con él, fue absolutamente retratada y dominada, exquisita y fielmente retratada, en todas sus formas. No sólo compuso el equilibrio más conseguido, también lo más bello que de una naturaleza pudiese ser extraído para fijarlo en un lienzo. Así, el clasicismo nacería con Rafael. De hecho, los pintores que en el siglo XIX quisieron volver al medievo espiritual -lejos del perfecto mundo clásico-, terminaron llamándose prerrafaelitas, es decir, anteriores a Rafael. Después de Rafael Sanzio, todos quisieron imitarle, porque todos, además, sabían por entonces que pintar bien era, se quisiera o no, hacerlo como él lo había hecho antes.

Los siglos pasaron y ni el Barroco ni el Rococó hicieron sombra al clasicismo de Rafael. Una cosa era utilizar el claroscuro en exceso o retratar cosas que no fuesen bellas de por sí -como el realista estilo Barroco había hecho-, pero, todas las creaciones pictóricas fueron hechas siguiendo las formas que la fidelidad a la naturaleza hubiese ya consagrado en la pintura de Rafael. Todos lo respetaron. Hasta que llegó el Romanticismo. Esta tendencia había sido la más revolucionaria de todas las de la historia, transformando el sentido del Arte a unos niveles no suficientemente valorados o considerados. Un estilo que no tendría nada que ver con volver atrás, como fue el prerrafaelismo; no, con el Romanticismo fue justo lo contrario, avanzar hacia adelante con pasos tan agigantados que la historia y el hombre no fueron capaces de absorber y digerir tanto. Pero, para ese momento romántico (1775-1840), aquel clasicismo había vuelto de nuevo, coincidiendo además con el momento más álgido del sentimiento romántico. Vino de nuevo con el nostálgico nombre de Neoclasicismo, amortiguando los efectos desmesurados del desgarrador Romanticismo y evitando que el Arte moderno se hubiese adelantado cincuenta años o más.

El creador más osado con los colores y la composición, el precursor -salvando a Goya- más extraordinario de la historia del Arte por sus formas modernas, lo fue el romántico Joseph William Turner (1775-1851). Y lo fue a pesar de dedicarse solo a fijar la naturaleza  -pocos retratos humanos hizo en su vida- en un lienzo. Una naturaleza que, a diferencia de Rafael, no imitaría sino que sublimaría de una manera no antes realizada por nadie. Admiraría Turner tanto a Rafael Sanzio que visitaría Roma para reencontrarse con su espíritu y su Arte. Viaja a Italia un año antes del trescientos aniversario de la muerte del pintor clásico. Lo homenajea pintando sus recuerdos de paisajes vaticanos, lugares donde la luz amarillenta bordea ahora el perfil con los semblantes renacentistas más clásicos de entonces. Pero Turner sentiría una pulsión artística para expresar su admiración: la que combina el sueño de la naturaleza con el prodigio de pintarla de otra forma. Cuando Turner visita la Galería Borghese, uno de los museos más antiguos del mundo, se encuentra con una escultura de Antonio Cánova (1757-1822). Con este escultor volvieron las formas grecorromanas a florecer en el mundo europeo. Volvía la perfección clásica, regresaba aquella imitación de la naturaleza, en este caso de la más bella cosa representada: la figura desnuda de una hermosa mujer. El escultor recibe el encargo de Paulina Bonaparte, hermana de Napoleón. En el año 1805 Paulina estaba casada con el príncipe Camilo Borghese y quiso que la esculpieran con unos de los motivos neoclásicos más divinizados, excelsos y sublimes que de las manos de un genio escultor pudieran arrebatarse a las volutas del mármol.

Cuando Turner vio la escultura Venus invicta -inspirada en Paulina Borghese- quiso componer una obra reflejo de esa inspiración tan clásica. Y empezaría a delinearla con los trazos propios de sus colores, amarillos, blancos, marrones, ocres. Pero, había que crear la figura esplendorosa de una Venus desnuda, con un perfil perfecto, un torso idealizado y unos senos clásicamente visibles. Turner era un innovador y un romántico incorregible, para él las figuras humanas no eran lo más importante. La naturaleza con él no murió, ni nació, tan solo la transformaría, arrebatadoramente. Si los pintores son creadores, Turner fue el pintor más creativo de todos. Los pintores más grandes, como lo fuera Rafael, eran perfectos creadores de la vida conocida, con sus sutilezas, sus sombras y sus luces maravillosas, por tanto magníficos copiadores o imitadores de la naturaleza. Turner no. El excéntrico pintor romántico supo que lo que hubo de ser creado una vez conforme a la naturaleza ya lo fue hecho, ¡y perfecto! Ahora, él debía hacer otra cosa, y por eso dejaría sin acabar su obra Venus invicta. No pudo más el pintor inglés que respetar el maravilloso genio clásico de Urbino. No pudo Turner hacer entonces lo que con su luz romántica y amarillenta otros, sin ella, hicieron antes.

(Óleo Paisaje del sur, con acueducto y cascada, 1828, del pintor romántico Joseph William Turner, Tate Gallery, Londres; Óleo -inacabado- Venus invicta, 1828, Turner, Tate Gallery; Fotografía de la escultura Venus invicta, Paulina Bonaparte, 1808, del artista neoclásico italiano Antonio Cánova, Galería Borghese, Roma.)

Tráiler de la Película sobre la vida del pintor Joseph William Turner, 2014, en inglés:

2 comentarios:

Unknown dijo...

Un pintor que ha vuelto a la actualidad, con el próximo estreno de su película biográfica, previsto para mediados de diciembre.
Mira en esta ocasión disfrutaremos del pintor de la luz, de la mano del cine. Esperemos consiga emocionarnos, aunque claro, esto dependa en mayor parte, del trabajo realizado por el director del filme y sus interpretes.

Un fuerte abrazo.

Alejandro Labat (Arteparnasomanía) dijo...

Creo que sí, conseguirá más emocionarnos que ilustrarnos. Pero, es preferible que sea así el Arte...

Otro igual abrazo.