29 de noviembre de 2012

El deseo desenfocado, la inútil insistencia de la nada, o la expectativa más humana.



Se cuenta que el pintor Tintoretto (1518-1594) habría deseado toda su vida que su maestro, el gran Tiziano, acabara ya por morirse para, al fin, poder vencerlo artísticamente. Creía Tintoretto que la guerra la termina ganando no el que vence una batalla, sino el que consigue vivir un día más que su enemigo. Es bueno, pero está claro que no es un Tiziano, esto era todo lo que escucharía decir Tintoretto de sus obras de Arte. Sin embargo, jamás odiaría a su maestro sino todo lo contrario: lo idolatraría. Hasta que no falleció Tiziano en el año 1576 Tintoretto no pudo acceder a pintar en el Palacio Ducal veneciano. Así que hasta pasado el año 1576 no conseguiría por fin la gloria Tintoretto, ese esplendor artístico que su propia pintura maravillosa, de todos modos, habría conseguido mucho antes para el mundo. La espera presentida es esa rara sensación misteriosa de algo que presentiremos esperar pero que no acabamos de ver aún llegar, que no veremos todavía con nuestros ojos insensibles o desesperados. Algo que, a veces, ni siquiera lo confirmará luego la mera emoción de sentirlo. Esa emoción que sucumbiera ya antes, desesperada ahora ante la tensa visión de un conjuro inconsistente...  Porque es el deseo y no es el deseo, es ahora la indefinición del deseo más bien. Es, también, la curiosidad latente e inconfesable, la más silenciosa, esa que subyugará nuestra vida en ocasiones y que no podremos soslayarla ni con la fuerza de la voluntad, ni con la ayuda de los otros, ni con la espera decidida o racional para conseguirlo.

El escritor y filósofo rumano Émile Michel Cioran (1911-1995), un profundo navegador del alma y la desesperación humanas, nos dejaría escrita una vez una sentencia despejadora: Los días no adquieren su sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino... El pintor surrealista alemán Richard Oelze (1900-1980) plasmaría en los años treinta una obra artística modernista heredera de aquellos románticos decimonónicos de su tierra germana. Pero ahora con el trazo, el gesto, el tono y el universo surrealista tan propio de su tiempo moderno. Una de sus creaciones más significativas es su obra titulada La expectativa. Pintada en el año 1935, en ella se ven ahora un grupo de personas mirando hacia el horizonte lejano del fondo de la obra. Están ahí todas esas figuras representadas de espaldas al espectador; todas, además, muy juntas y anónimas, vaticinando así, de un modo misterioso, la ceremonia más absurda de lo imposible. ¿Qué observarán ahora ellas? Porque hacia donde los personajes retratados miran no hay nada más que oscuridad, lejanía, sin sentido y desolación existencial. Pero, sin embargo, hay ahora algo que los caracteriza a ellos para salvar la emoción: están ahora ellos todos juntos, al menos todos ellos ahora estarán juntos. Esta es aquí la única esperanza, esa que el autor en su obra surrealista se permitiera ofrecer a los que, luego, la viesen asombrados...  Aunque la desesperación existe en la obra, y existe de un modo sutilmente trágico, el creador nos anuncia ahora en ella, sin embargo, que tan sólo juntos y unidos seremos los seres humanos capaces, tal vez así, de poder llegar a vencerla.

(Obra La expectativa, 1935, del pintor alemán surrealista Richard Oelze; Cuadro de Tintoretto, situado en el Monasterio del Escorial, Madrid -no hallada otra imagen mejor que la mostrada para poder apreciar los maravillosos colores del pintor veneciano-, Ester ante el rey Asuero, 1548; Óleo A la espera, 1893, del pintor Josep Cusachs i Cusachs; Óleo El origen de la vía Láctea, 1570, Tintoretto, National Gallery, Londres.)

4 comentarios:

Unknown dijo...

"La expectativa", me ha impresionado la obra del pintor alemán.
El simple hecho de observarla, te lleva a concebir cierta posibilidad.
Una obra, que apunto en mi agenda, para observarla in situ, en cuanto tenga esa posibilidad.
Como siempre estupenda entrada, un abrazo.

Alejandro Labat (Arteparnasomanía) dijo...

Me alegro mucho de ser un vínculo entre la obra y el espectador. Al menos contribuyo así a algo. Gracias.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Aportas mucho más que algo, solamente hay que ver la cantidad de información que nos muestras en tus entradas de una manera tan amena.
En mi caso, como persona a la que le gusta observar arte, sin tener grandes conocimientos sobre él, es todo un placer aprender y disfrutar a su vez con tu trabajo. Muchas gracias.
Un saludo.

Alejandro Labat (Arteparnasomanía) dijo...

Lo que hay que tener es sensibilidad, el conocimiento es la curiosidad de aquélla. Gracias a ti por tus comentarios.

Un abrazo.