2 de diciembre de 2010

El genio primordial, un descubrimiento increíble, un abate defensor y una rectificación honesta.



Cuando el homo sapiens viajara por vez primera a Europa desde Oriente próximo hace unos 45.000 años, comenzaría a vivir por entonces en los abrigos de las cuevas rocosas que le permitirían protegerse del duro clima europeo. El Arte, curiosamente, surgiría en el semioscuro entorno de las cavernas y sus paredes cercanas y confortables, donde entonces se refugiarían aquellos primeros hombres de los depredadores ocasionales que pudieran ser una amenaza. ¿Qué llevaría a esa especie homínida a dibujar con tan sólo dos colores -el negro y el rojo- en esos lugares de refugio? ¿El aburrimiento? ¿El deseo de mostrar a los demás miembros del clan el mundo difícil y maravilloso del exterior? ¿O el irresistible impulso humano a sobrevivirse en algo hermoso e indeleble? Francia y España son dos de los países europeos que más huella del Arte Paleolítico parietal tienen en su prehistoria. Uno de los primeros hallazgos prehistóricos fue la cueva de Niaux en los Pirineos franceses. Desde el siglo XVII los viajeros acudirían a las cercanas termas de Ussat-les-Bains, famoso asentamiento por haber sido refugio sus cuevas de los antiguos cátaros, una secta herética del medievo que fueron arrasados por el año 1244. Tambien los nazis quisieron creer que por sus profundas grietas se ocultaría el Santo Grial... Pero fueron más conocidas por sus aguas sedantes, antiespasmódicas y cicatrizantes.

La cueva de Niaux fue un complejo prehistórico que se conocía desde mucho antes; las inscripciones y escritos que algunos curiosos dejaron en sus paredes permitieron entenderlo así. Sin embargo, no se documentaría científicamente su descubrimiento sino hasta el año 1906, cuando el abate Henri Breuil (1877-1961) y el arqueólogo Émile Cartailhac (1845-1921) realizaran un primer estudio de ella. El prehistoriador español Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888) recorrería con su pequeña hija alguna de las muchas cuevas que existían en los alrededores de sus propiedades santanderinas. Le gustaba acudir a ver de nuevo sus profundas cavernas, sobre todo desde que un campesino le hubiese advertido del descubrimiento sorprendente de una de ella siete años antes. Fue por entonces -en el año 1875- cuando tuvo la extraordinaria fortuna de ser, desde hacía 15.000 años, el primer hombre que viese las pinturas intactas y perfectas de las prehistóricas cuevas de Altamira. En el año 1880 Sanz de Sautuola publica su obra científica Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos, donde incluiría reproducciones gráficas de lo que había visto. Era la primera vez que un hecho así se daba a conocer al mundo. El renombrado arqueólogo francés Cartailhac dudaría, sin embargo, de la veracidad de ese asombroso descubrimiento, insinuando incluso que las paredes cavernícolas santanderinas habían podido ser pintadas por el propio prehistoriador.

Catorce años después del fallecimiento de Sanz de Sautuola, el incansable abate y paleontólogo francés Henri Breuil conseguiría, en un famoso congreso de paleontología europeo, demostrar la verdad de lo que aquel prehistoriador español había defendido siempre. Émile Cartailhac no pudo ahora más que reconocer su error y, acompañando al propio abate Breuil, recorrer toda Altamira personalmente para comprobarlo. Escribirá Cartailhac luego hasta un artículo, La cueva de Altamira, el error de un escéptico, y contribuirá además tanto a la memoria de Sautuola como a dar a conocer su maravilloso descubrimiento arqueológico. Así pues Altamira pasaría a ser la única capilla Sixtina del Arte Paleolítico durante muchos años en el mundo. Porque tiempo después fueron descubiertas las famosas cuevas de Lascaux en la región francesa de Dordoña al sur de Francia. Y el abate Breuil recopilaría y estudiaría entonces todas sus excelentes y extraordinarias imágenes pintadas en esas antiguas paredes paleolíticas. De ese modo, se confirmaría -aún más- que los antiguos homínidos inteligentes del Paleolítico Superior habían sido unos verdaderos y hábiles precursores del Arte.

(Imagen fotográfica de la Cueva de Altamira, Santander, España; Retrato de Marcelino Sanz de Sautuola; Bisonte barbudo de Altamira; Fotografía del arqueólogo frances Émile Cartailhac; Fotografía del interior de la gruta de Lascaux, Dordoña, Francia; Imagen fotográfica del abate francés Henri Breuil; Ciervo de Lascaux; Imagen de Bisonte herido de la Cueva de Liaux, Mediodía-Pirineos, Francia.)

Vídeos de Altamira y Lascaux:



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