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29 de diciembre de 2010

Lejos de lo esperado, o cuando el prejuicio delata nuestro engaño.



El estilo es lo que queda, casi siempre, después de observar frecuentemente a alguien o a algo creado por alguien. La heurística ha tenido, como disciplina científica, una aplicación amplia en la vida y en la ciencia de los seres humanos. En Psicología, por ejemplo, indica la capacidad creativa para identificar y resolver un problema, es decir, para comprender cómo utilizar mejor el juicio de forma sencilla y tratar de solucionar un problema cuando es muy difícil o se ofrece una información incompleta. La heurística es, realmente, un atajo mental, entre otras cosas para ahorrar energía. Generalmente, así actúa la intuición a veces. Pero, sin embargo, su mal uso nos puede llevar a errores en los juicios que tomemos sobre las cosas y, lo que es mucho peor, sobre las personas. Así mismo, en la Historia del Arte los pintores han sido catalogados por su estilo artístico, por esa peculiar característica plástica que los hace identificables al pronto. Es cierto que no es sencillo identificar la autoría de una obra artística cuando ésta se ignora por completo. Los expertos utilizan procedimientos científicos para ello. Pero, algunos creadores tienen una huella muy marcada en su creación que identificamos nada más verla.

Aquí he querido mostrar unos pocos ejemplos de cómo algunos pintores han creado, en ocasiones, obras muy diferentes a lo que se esperaba de ellos. Pero, entonces, las hicieron ellos así, sin embargo. Fueron capaces de hacerlo así, de otra forma distinta a como esperamos que la hubiesen hecho. Pero, es que pueden ellos hacerlas también así. ¿Nos engañan? En absoluto. Parecen de otros las obras, sí, pero, sin embargo, fueron hechas así por ellos mismos. Nos engañamos nosotros, entonces. Con los seres humanos sucede igual. A veces esperamos de los demás lo mismo que creemos saber de ellos. Es como más se han prodigado los demás con nosotros, lo que nos hace generar el juicio inmediato -y equivocado- de ellos. Y esto es así porque nuestro cerebro ahorra caminos y espacios neuronales para, equivocadamente, relacionar una acción-imagen-actitud-comportamiento-pensamiento con la esencia única y exclusiva del que lo exprese. Pero, no es así. Somos como las obras de Arte, infinitas, indefinidas, sorprendentes, mudables... Aun así, la catalogación o clasificación de las cosas sigue siendo la mejor manera, creemos, que tenemos para ordenar la realidad. Sin embargo, la realidad no es ordenada. Otra cosa es que sus conclusiones lo sean, pero éstas, para serlo, requieren de un estudio más prolijo del que realicemos brevemente -heurísticamente- con esa misma realidad aparente. Los seres humanos no somos unidireccionales y, casi siempre, tenemos más razones que la única razón que, a veces, los demás nos asignen desafortunados.

(Todas obras de Arte que no corresponden con el estilo más identificado con el pintor: Óleo sobre tabla, La subasta de madera, 1883, del pintor Vincent Van Gogh, Amsterdam; Cuadro El pintor en su estudio, de Rembrandt, 1629, Boston, EEUU; Óleo de Velázquez, Cabeza de Apóstol, 1620, Museo Bellas Artes, Sevilla; Óleo de Sorolla, Árabe con pistola, 1885; Cuadro al pastel, Étretat, Monet, Particular; Óleo de Kandinsky, Grabiele Münter, 1905, Munich; Óleo La Primera Comunión, 1896, Picasso; Cuadro de Dalí, Anochecer, Barracas de Port Lligat, 1953; Óleo sobre tabla, Un Ballestero (Detalle), del pintor El Bosco, Museo del Prado, Madrid.)

15 de diciembre de 2010

La esencia de lo más humano, su representación en el Arte o la vanidad.



Todos los creadores del Arte han podido retratarse a sí mismos con la facilidad que su propio genio les hubiese permitido hacer además. Muchos no lo hicieron una vez sino decenas de veces. Es la vanidad. La mayor de ellas, la que se consigue describiéndose a sí mismo con su propio Arte, ya que no sólo se valorará artísticamente cómo lo hayan hecho sino que, también, eternizarán así -vanidosamente- su propia imagen en una obra auto-representada. La vanidad como símbolo frágil y caduco de la vida ha sido motivo de muchas pinturas a lo largo de la historia. El pintor holandés David Bailly (1584-1657) llegaría incluso a compartir ambas cosas especialmente: hacer una obra original y autorretratarse magistralmente con ella. Quiso representar la vanidad consigo mismo y se autorretrató dos veces, en su propio lienzo, con una originalidad extraordinaria. En el año 1651, con sesenta y seis años de edad, se dibujaría a sí mismo con casi cuarenta años menos, pero ahora en un ambiente simbólico y característico de la futilidad de la vida y del paso de ésta. Y lo expresaría mostrando su propio retrato contemporáneo en sus manos autorretratadas cuarenta años antes (una imposibilidad temporal, pero posible, gracias al misterio grandioso del Arte).

El ser humano sólo es o vanidad o locura... Ni siquiera la razón se salvará de la vanidad, todo lo contrario, ésta es una de sus muchas manifestaciones. Pero es que hasta la emoción espiritual, la creación más excelsa de lo trascendente, el misticismo, tampoco se salvará... ¿O acaso el eximio poeta místico Juan de la Cruz no sentiría alguna vanidad al dejar su obra poética escrita para ser apreciada y leída por siempre? Todo es vanidad. Porque la alternativa sólo será la locura elogiosa y útil del famoso escritor Erasmo de Rotterdam (1466-1535), o la espantosa y alienante que hace infantil o trastornado a quien la posee. Pero, es que hasta en la actitud del recién nacido, con su llanto acuciante o su sonrisa taimada, se sugiere algo de inevitable vanidad. Porque es así como el bebé pedirá ahora que se le ame, que se le tenga en cuenta, que se le proteja o que se le adule. Por eso mismo la vanidad es, realmente, una esencia fundamental de lo que somos, algo que no podremos evitar ni sustituir en nuestras vidas...., salvo, quizás, por una inteligente, elogiosa o pueril locura intrascendente...

(Cuadro Vanitas, del pintor francés Simón Renard de Saint-André (1613-1677); Óleo Vanitas del artista norteamericano actual Poly, Galería Sarah Bain, EEUU; Autorretratos de grandes creadores: Tiziano; Velázquez; Rembrandt; David; Goya; Böcklin; Leighton; Delacroix; Vernet; van Gogh; Renoir; Picasso; Dalí; Frida Kahlo; Andy Warhol; Cuadro Autorretratos con los símbolos de la Vanitas, del pintor David Bailly.)

2 de mayo de 2009

Elogio a Rembrandt.



Qué mejor tema para su tan virtuosa manera de pintar. Este pintor barroco proyectará en su pintura todo un universo del color y de la sombra..., pero, sobre todo, del misterio insondable de la vida. Sirva este pequeño elogio para demostrar aquí la sutileza de este Arte poderoso, así como la sublime manera de expresar toda la sabiduría que el hombre -en su meditación reflexiva- pueda llegar a alcanzar con su profunda belleza...

(Filósofo meditando. Obra del gran pintor holandés Rembrandt, 1606-1669).