30 de octubre de 2010

De una castración a una creación, o del agua a la belleza y su itinerario en el Arte.



La palabra latina virtud significaba para los antiguos griegos fortaleza, de ahí su nombre heleno de arete (del dios Ares, dios de la guerra). La distinguían los griegos a su vez en dos clases: virtudes intelectuales y virtudes éticas. Estas últimas, las éticas, correspondían a la psiquis emotiva, a la fuerza psicológica interior de las personas entendida en su aspecto más emocional que racional. Los griegos consideraban además que sus efectos -los de las virtudes éticas- se manifestaban en el cuerpo, en el soma de cada individuo, llevando así a producir ahora la belleza física, o la fuerza física incluso, o la moderación o la regulación física, y, por lo tanto, la salud física...  Friné (mujer griega nacida en el año 328 a.C.) fue una famosa cortesana griega cuya belleza física sería la más extraordinaria belleza jamás nunca antes vista. Una leyenda griega contaba entonces que Friné se comparaba, muy vanidosamente, incluso con la diosa de la belleza griega Afrodita. Por esto, llegaría a ser condenada en una ocasión por impiedad, un delito muy grave en la antigua Grecia. Para defenderla, su amante y escultor Praxíteles le pediría al famoso orador Hipérides que convenciera ahora al Aerópago (reunión o tribunal de jueces en Atenas) de la inocencia de Friné.

Hipérides, no sabiendo entonces cómo hacerlo mejor que con palabras, en un gesto ahora veloz e intrépido la desnudaría a ella ante los jueces, descubriendo así la verdad de su belleza...  Les hablaría luego de que Friné sólo era una representación de la diosa, un homenaje extraordinario a ella. Los jueces no pudieron más entonces que comprobar así la verosimilitud del argumento de Hipérides, declarando por completo la inocencia de la bella cortesana griega. Friné acostumbraba a nadar desnuda en el mar durante las celebraciones griegas de Eleusis, y así fue como el gran pintor de la antigüedad griega Apeles (352 a.C.-308 a.C.) se inspiraría una vez para pintar a su diosa Afrodita (Venus romana) saliendo ahora del mar. De ese modo, Apeles crearía una iconografía concreta de una escena de la diosa que pasaría a la posteridad artística de la belleza. Pero ahora utilizaría como modelo a su amante Campaspe, una muy bella mujer griega también. Una joven griega que habría sido antes concubina y amante del propio Alejandro Magno (356 a.C.- 323 a.C.). Una leyenda contaba que el gran Alejandro, al ver ahora la maravillosa obra pictórica de Apeles, entendería que el autor debía admirar y amar mucho más que él a Campaspe. Así que se la cedería entonces al pintor, a cambio ahora, eso sí, de la obra de Arte tan bella... (famoso intercambio de Alejandro descrito por Plinio el Viejo).

Las Venus Anadiómenas, o Venus surgidas y salidas del mar, han sido representadas desde la antigüedad grecorromana hasta la modernidad más contemporánea. Pero no fue hasta el Renacimiento cuando, realmente, se comenzaría a plasmar en lienzos de Arte clásico la sagrada belleza de Venus y su nacimiento marino... En todas las tendencias o escuelas o épocas los autores habrían querido imitar aquella visión que tuvo Apeles de su hermosa Afrodita... En estos casos las copias artísticas no vulnerarán nunca ninguna realidad, ya que el original se perdería y jamás se ha llegado a descubrir aquella visión concreta que tuviera el pintor griego de su diosa. Es por lo que esa escena marina de la hetaira Friné ha sido pintada como cada creador o cada movimiento artístico considerase que debía ser pintada. La vinculación del agua a la diosa se establecía por la purificación que ésta necesitaba llevar a cabo cada vez para mantener así su virginidad, la cual renovaría constantemente. Según la mitología griega, cuando el dios primordial Urano se cansase de tener hijos con Gea, la gran diosa Madre Tierra, mantendría sin salir del útero de Gea a sus hijos...  Hasta que Gea acabase ya vengándose de Urano. Para ello pediría entonces a alguno de sus hijos que castrase al terrible dios para siempre. Sólo uno de ellos, Crono, se atrevería a hacerlo. Con una hoz lo conseguiría decidido sobre los cielos de Grecia. Así, los genitales del dios Urano se hundieron entonces fecundos sobre el mar mediterráneo. Desde donde luego, algo después, en una rizada ola marina perfecta, aparecería Afrodita naciente, tan bella, radiante y blanca como la misma espuma del mar...

(Nacimiento de Venus, Renacimiento, del pintor Sandro Botticelli, 1486; Friné ante el Aerópago, Neoclasicismo, del pintor Jean-Léon Gérôme, 1861; Fresco pompeyano de Venus surgiendo del mar, año 67 d.C.; Óleo del pintor Tiépolo, Rococó, Alejandro y Campaspe en el estudio de Apeles, 1726; Cuadro del pintor inglés John William Godward, Neoclasicismo, Campaspe, 1896; Óleo de Tiziano, Renacimiento, Venus Anadiómena, 1525; Cuadro del pintor holandés Cornelis de Vos, Barroco, El Nacimiento de Venus, 1636; Óleo del pintor Theodore Chassériau, Romanticismo, Venus marina, 1838;  Magnífica obra del pintor francés Ingres, Romanticismo, Venus Anadiómena, 1848; Cuadro del pintor Eugene Amaury-Duval, Neoclasicismo, El Nacimiento de Venus, 1862; Obra del pintor Arnold Böcklin, Simbolismo, Venus Anadiómena, 1872; Óleo del pintor Jean León Gerome, Simbolismo, Venus, 1890; Cuadro del pintor Odilon Redon, Abstracción, Nacimiento de Venus, 1912;  Obra del genial Dalí, Surrealismo, Venus y el marinero, 1926; Cuadro del pintor actual Andrés Nagel, Figuración, Venus,  1988.)

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