14 de septiembre de 2010

La absenta: de la locura del ajenjo a la creación más inspiradora.



En el libro del Apocalipsis, escrito por el evangelista Juan de Patmos (Galilea,?- Patmos, 110), se dice en el capítulo 8 de ese misterioso libro lo siguiente: Y tocó la trompeta el tercer ángel, y se precipitó del cielo una gran estrella ardiendo como una antorcha, cayendo en la tercera parte de los ríos y manantiales de las aguas. El nombre de la estrella es Ajenjo, y así se convirtió la tercera parte de las aguas en ajenjo y muchos hombres murieron de esas aguas porque se habían vuelto amargas... La absenta -también llamada ajenjo- fue durante muchos años una bebida bohemia, alucinógena y prohibida. Empezaron a elaborarla los suizos en el año 1792, según una antigua receta anterior de un elixir monacal elaborado desde hacía siglos a base de ajenjo, hinojo y anís.

Pero, durante todo el siglo XIX se desarrollaría una peligrosa cultura espirituosa -alcohólica- del ajenjo. Fue en Francia donde muchos de sus creadores artísticos, fundamentalmente pintores, no sólo la consumirían sino que además la plasmarían en sus lienzos con mayor o menor acierto. Su poder analéptico y convulsionante hizo que la absenta fuese prohibida en algunos países a partir del año 1915. Sin embargo, su utilización seguiría luego camuflada bajo otras etiquetas y otros envases... Actualmente se permite su comercio, como cualquier otro licor alcohólico, pero ahora con algunas restricciones normales en su fabricación. Pero, sobre todo, la absenta fue la inspiración de unos pocos y el refugio de muchos. En estos ejemplos pictóricos que se muestran aquí se aprecian los personajes y las escenas; éstas expresarán más que un mero rostro o una simple figura personal. Es la soledad... Porque los efectos de la absenta eran devastadores en aquellos que la consumían compulsivamente. El tiempo se detenía; el placer entonces parecería algo permanente y erótico; la mente fluiría y vagaría..., aunque, al final, como con casi todos los estimulantes, el resultado era volver drásticamente a la cruda e indeseable realidad. De ahí el enloquecimiento de algunos, como el gran Van Gogh, que se llegaría a automutilar después de una gran ingesta de absenta.

Una de las pintoras más aficionada a beberla fue Suzanne Valadon (1867-1938). Esta pintora francesa enamoraría en el año 1893, irremediablemente, al gran compositor francés Erik Satie (1866-1925). Sólo lo pintaría a él una vez en un lienzo impresionista, abandonándolo luego después de casi seis meses de relación. Él entonces, para calmar su desolación y desengaño, compuso una de sus más melodiosas obras maestras, Danses Ghotiques, una con la que trataría de buscar su paz interior y su refugio. Otros artistas han creado hasta imágenes espectrales en sus obras, donde ahora la musa del Hada Verde, como se llamaba al licor de absenta, ofrecería la inspiración a cambio de la locura... O como el ilustrador y pintor francés Jean-Louis Forain (1852-1931), que pintaría su estremecedor cuadro Bebedora de Absenta (imagen en blanco y negro) en el año 1885 y reflejaría así en su obra, tanto en la figura de la mujer como en la perspectiva ilimitada del fondo de un espejo, el  aislamiento, la tristeza, la incertidumbre, la infinita soledad o el peor de los desapegos existenciales...

(Cuadro de Manet, El bebedor de absenta, 1859; Óleo de Degas, Bebedora de Absenta; Cuadro de Picasso, La bebedora de Absenta; Cuadro de Albert Maignan (1845-1908), La musa verde; Cuadro del pintor argentino Valentín Thibon de Libian (1889-1931), Bebedor de ajenjo; Óleo de Toulouse-Lautrec, Bebedora de absenta; Cuadro del pintor checo Viktor Oliva (1861-1928), Bebedor de absenta; Cuadro del pintor español Ramón Casas (1866-1932), Suzanne (Valadon) bebiendo absenta; Cuadro de Suzanne Valadon, Desnudos; Cuadro de la pintora francesa Suzanne Valadon, Retrato de Erik Satie; Litografía de Jean-Louis Forain, Bebedora de Absenta, 1885, Rhode Island, EEUU; Imagen de una publicidad suiza de bebida de Absenta)

Vídeo de fragmento al piano de una obra del compositor francés Erik Satie.

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