26 de septiembre de 2009

La inspiración y la vida.



Nicolás Poussin (1594-1665) fue un pintor francés de vida y obra misteriosa. Casi toda su vida la pasaría en Italia. Allí pintaría grandes cuadros cargados de mitología, leyenda y misterio. En el Museo Nacional del Prado se encuentra la obra de Arte El Parnaso, un lienzo pintado en el año 1630. Y en el parisino museo del Louvre está el otro cuadro que vemos aquí, La inspiración del poeta, pintado alrededor del año 1629.

Gustavo Adolfo Bécquer, poeta español nacido en Sevilla en 1836 y fallecido en Madrid en el año 1870, tuvo una corta, inspirada y triste vida romántica. Él escribiría una de las odas o rimas más elocuentes sobre esa musa incolora y arrebatadora que es la inspiración, algo misterioso y absurdo, vertiginoso o efímero... Como la vida.

Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel;
murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo,
como volcán que sordo
anuncia que va a arder;
deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como a través de un tul;
colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del iris
que nadan en la luz;
ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás;
memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar;
actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin rienda que la guíe,
caballo volador;
locura que el espíritu
exalta y enardece;
embriaguez divina
del genio creador...
¡Tal es la inspiración!

(Fragmento de la Rima III, del eximio y gran poeta español Gustavo A. Bécquer)

(Pinturas de artista barroco francés Nicolás Poussin, Museo del Prado y Museo del Louvre.)

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