12 de octubre de 2009

Un emir, un califa, un collar, una literatura y un templo universal.



El poder del impetuoso e incipiente imperio islámico pasaría, en el año 750, de la dinastía Omeya inicial a la de los Abasíes posteriores. Por tanto el poder islámico cambió de Damasco en Siria a Bagdad en Mesopotamia. Fue una lucha sangrienta a muerte y los Abasíes persiguieron luego a todo sospechoso de pertenecer a la anterior familia gobernante. Sólo uno de ellos lograría escapar y llegar al norte de África, muy cerca del estrecho de Gibraltar desde donde pasaría a España que, por entonces, llevaba poco menos de cuarenta años bajo poder musulmán. Abderramán I (731-788) fue ese Omeya que consiguió establecerse y dominar todo Al Ándalus o la Hispania musulmana del siglo VIII, y lo hizo creando un emirato independiente de Bagdad. Uno de los primeros califas de la dinastía abasí de Bagdad lo fue Harún al-Rashid (766-809), que gobernaría desde el año 786 hasta el final de sus días. Llegaría a ser el más famoso califa abasí de Bagdad, donde el califato árabe consiguió un desarrollo cultural y económico muy importante.

Tan relevante fue su figura que pasó a ser inmortalizada gracias a un famoso relato conocido como Las Mil y Una Noches. Su esposa fue Zobeida y con ella el califa inspiraría varias de las historias que se recopilan en esos cuentos o leyendas árabes llenas de fantasía y esplendor imaginativo. Inicialmente esos relatos se originaron antes en Persia y después se tradujeron al árabe en el siglo IX, desarrollándose y adaptándose a lo largo de toda la historia. Este califa abasí regalaría en una ocasión un extraordinario collar de perlas, denominado el Dragón, a su esposa Zobeida. Tuvo el califa dos hijos que a su muerte lucharon por el poder, lo que ocasionó una guerra civil y un saqueo del Palacio califal de Bagdad. Este saqueo enajenaría aquel famoso collar de perlas. Tiempo después en Al Ándalus, durante el año 822, fue proclamado emir de Córdoba Abderramán II (792-852), bisnieto de aquel primer emir independiente. Los emires disponían de un gran harén donde vivían las concubinas, esposas que podrían llegar a ser las madres de los futuros herederos del monarca musulmán.

Una de esas concubinas de Abderramán II fue una favorita que dispuso el emir antes incluso de comenzar a reinar. Ella se llamaba al-Sifa y, según algunos historiadores, fue una mujer de especial belleza e inteligencia. Abderramán II le regala una vez aquel collar abasí de Zobeida, joya por la que el emir cordobés llegaría a pagar una excesiva cantidad de dinero de entonces (diez mil dinares). Este collar fue a la caída del califato cordobés, durante el año 1031, trasladado a la corte del reino musulmán de Valencia. Luego Rodrigo Díaz de Vivar (1043-1099), conocido como el Cid, acabaría conquistando en el año 1093 ese reino valenciano musulmán. Es por lo que su esposa, Doña Jimena (1054-1115), pudo lucir el famoso collar siglos antes de que el condestable Álvaro de Luna (1390-1453), alto funcionario al servicio del rey castellano Juan II (1405-1454), terminara por poseerlo orgulloso de su origen durante el siglo XV. Finalmente su majestad Isabel I de Castilla (1451-1504), reina Católica de España, recibiría aquel famoso collar de Zobeida, la bella y hermosa esposa del gran califa abasí Harún al-Rashid.

Abderramán II contribuyó a ampliar la mezquita cordobesa, el templo musulmán erigido por su bisabuelo Abderramán I en el mismo lugar donde se encontraba una basílica visigoda cristiana. Los arquitectos musulmanes utilizaron antiguas columnas romanas de las que había cientos en la ciudad cordobesa, la antigua capital de la bética romana. Algunas de esas columnas -la mayoría- eran muy cortas para sostener los altos arcos mudéjares de la mezquita. Las columnas romanas eran sólidas pero cortas para la altura tan luminosa que debían proporcionar a una sala de grandes dimensiones. El técnico constructor árabe resolvió el problema suplementando a las columnas unas pilastras que servían de apoyo a los arcos que, a su vez, debían sostener todo el inmenso tejado de la mezquita. Esas pilastras estaban enlazadas a media altura por otros arcos de herradura.  El caso es que esa fue una idea novedosa: colocar los arcos inferiores ahora libres sobre el espacio, sin mampostería de relleno ni nada que lo ocultara. Los arcos superiores son más pesados que los inferiores, y éstos, a su vez en dicha forma de herradura, estaban diseñados sobre una distancia menos amplia que los superiores, que eran de medio punto, pareciendo así que todo el conjunto quisiera ensancharse, místicamente, hacia el cielo infinito.

Córdoba sería reconquistada por el rey castellano Fernando III en el año 1236 y el templo musulmán adaptado a templo catedralicio cristiano poco después. Hoy la amañada manera de conciliar artísticamente el monumento ha hecho que perdure a lo largo de los siglos, conservado por la nueva religión que, ahora, hace tañer las campanas de las torres en vez de alzar su voz a Dios el impenitente almuédano.

(Cuadro El baño Turco del pintor Ingres (1780-1867), Museo del Louvre; Óleo Harún recibe a Carlomagno, del pintor Julius Köcbet (1827-1918), museo Maximilian de Munich;  Fotografías de la catedral de Córdoba, antigua mezquita árabe cordobesa; Sello conmemorativo al Emir Abderramán II.)

9 de octubre de 2009

Modelos, ilustraciones, arte y grandes artistas.



Elizabeth Ruth Grable (1916-1973) nunca pudo imaginar siendo niña, cuando su madre la habría introducido ya en el mundo del espectáculo, que triunfaría por una imagen de pin up mucho más que como actriz en el cine. Betty Grable -como fue conocida en el cine- sería muy admirada gracias a una guerra y a una famosa pose fotográfica, bastante atrevida por entonces (1940). Se denominó pin up a las modelos dibujadas o fotografiadas en una sugerente actitud erótica. Fueron utilizadas para ser colgadas de la pared o en el interior de la taquilla de algún soldado movilizado en la Segunda Guerra Mundial. Habían sido descubiertas años antes en casi todo el mundo. En París, por ejemplo, se editaron en el período de entreguerras (1920-1939) muchas tarjetas postales con picantes escenas de modelos semidesnudas, o casi totalmente. En Argentina se popularizaron, antes del año 1939, ilustraciones de chicas coquetas muy estilizadas, pin ups que el gran dibujante argentino Guillermo Divito (1914-1969) comenzara por entonces a realizar con éxito.

Pero la guerra mundial, especialmente entre los años 1942 y 1945, impulsaría definitivamente a las pin ups. Tanto las impulsaría, que hasta el ejército norteamericano editaría una publicación sólo para los soldados movilizados, el conocido semanario Yank. El objeto de ese semanario era evidente, subir la moral del guerrero, aunque es de suponer que no sólo subiría eso... Hubo un gran artista peruano, Joaquín Alberto Vargas (1896-1982), que triunfaría mucho con esas ilustraciones picantes en los Estados Unidos. Sus obras fueron posiblemente las más altas jamás expuestas: se llegaron a copiar incluso en el metal del fuselaje de los aviones norteamericanos destinados en misiones de guerra...

(Imagen fotográfica de Betty Grable en su famosa pose, 1940; Modelo erótica del dibujante peruano Joaquín Alberto Vargas; Pin up del dibujante norteamericano Gil Elugren (1914-1980); Dos modelos eróticas del peruano Vargas; Pin up elegantemente erótica de Elugren; Fotografía de la cabecera del semanario Yank en 1945, en ella aparece la actriz y modelo Norma Jeane -Marilyn Monroe- en una fábrica de armamento; Modelos eróticas en tarjetas postales originales, editadas en París en la década de 1930; Dos ilustraciones de los años treinta, pin up del dibujante argentino Divito.)

8 de octubre de 2009

Una orden, un estilo, unas ruinas y un misterio.



Cuenta una leyenda medieval que cuando el último gran maestre de la Orden del Temple fuera ejecutado en París, en marzo del año 1314, maldijo y sentenció a morir antes de que acabase ese mismo año a los dos responsables, según él, tanto de su fatal destino como de la abolición de la orden templaria, orden que había logrado existir, muy exitosamente, durante cerca de dos siglos. Efectivamente, antes de finalizar el año 1314 tanto el papa Clemente V como el rey francés Felipe IV murieron según había vaticinado en su cadalso el maestre Jacques de Molay. Los caballeros templarios, además de cruzados en Tierra Santa, fueron grandes constructores de castillos e iglesias por toda Europa. En España hay muchos vestigios de sus obras. En estilo arquitectónico románico, que se desarrollaría entre los siglos XI y XIII, se dieron cabida muchas representaciones simbólicas de todo tipo entre sus arcos y perfiles constructivos. Los templarios no fueron ajenos a estas libertades artísticas, tampoco los únicos.

Algunas poblaciones de España se originaron como enclaves templarios, donde se construían primero un castillo y después una iglesia. Es el caso de la población soriana de Castillejo de Robledo. La iglesia permanece aún en gran parte desde su construcción a comienzos del siglo XIII, pero no así el castillo, que hoy es una ruina desolada de aquella fortaleza que fuera entonces, construida incluso un siglo antes que la iglesia. Fue habitado a la extinción del Temple por la orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan. En el ábside de la iglesia que se muestra en estas imágenes se pueden observar unos canecillos, o figuras salientes, que representaban cabezas, animales o incluso escenas eróticas cargadas de una simbolismo místico... Un historiador del Arte, el español Juan Antonio Gaya Nuño (1913-1976), escribiría sobre esos canecillos de Castillejo de Robledo: Son la escena más erótica que haya esculpido el románico en España.

(Imagen del ábside y de los canecillos de la iglesia de la Asunción de Castillejo de Robledo, Soria, España; Imágen de las ruinas del Castillo templario de Castillejo de Robledo.)

6 de octubre de 2009

El hielo, la supervivencia, el liderazgo y la vida.



El escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) lo expuso magistralmente escribiendo una vez esto: Cuatro son las historias. Una, la más antigua, es la de una fuerte ciudad que cercan y defienden hombres valientes. Otra, que se vincula a la primera, es la de un regreso, el de Ulises, que al cabo de diez años de errar por mares peligrosos, y de demorarse en islas de encantamiento, vuelve a su Ítaca. La tercera historia, es la de la búsqueda. Podemos ver en ella una variación de la forma anterior: Jasón y el vellocino. La última historia, es la del sacrificio de un dios, Attis en Frigia, que se mutila y se mata; o el de Odín, sacrificado a Odín, él mismo a sí mismo, que pende del árbol nueve noches enteras y es herido de lanza; Cristo, que es crucificado por los romanos. Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda, seguiremos narrándolas, transformadas.

Ernest Henry Shackleton (1874-1922) fue un marino y explorador británico de comienzos del siglo XX que empezaría sus aventuras realizando expediciones a la Antártida, unos viajes que tuvo siempre que abandonar sin conseguir el ansiado objetivo de alcanzar el anhelado Polo Sur. Cuando Amundsen (1872-1928) lo logra por fin en el año 1911 ya no le quedaría a Shackleton otra osadía mayor que recorrer, diametralmente, a pie todo el enorme y despiadado continente helado. Organizaría para ello una ambiciosa expedición en el año 1914. A bordo de una goleta de madera se embarca junto a veintiocho personas para la dura y apasionante aventura antártica. Nunca conseguiría su objetivo. Ni siquiera pudo iniciar su singladura antártica, estando incluso a las mismas puertas de las estribaciones del terrible hielo abrasador. La goleta de madera quedaría entonces atrapada ferozmente en el insensible hielo del Antártico. El reto ahora fue, sin embargo, poder sobrevivir. El único y gran éxito de su expedición antártica -y el de él mismo- solo sería ése.

Su nombre ha pasado a la historia de las expediciones antárticas porque lo logró; es decir, porque logró que todos sus hombres pudieran sobrevivir al abandono desolado de aquel hielo feroz. Todos sobrevivieron entonces. Para reclutar a su tripulación, previendo la dureza de la aventura antártica, publicaría un anuncio en prensa que decía algo así: Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito. Shackleton fue sobre todo un líder más que un explorador, un capitán más que un piloto, alguien que pondría por encima de cualquier cosa su responsabilidad y tenacidad para con sus subordinados. Cuando compró la goleta para su aventura antártica la rebautizaría con el nombre de Endurance -Resistencia en inglés-, pensando tal vez en la leyenda latina de su escudo familiar: Fortitudine Vincimus, (vencemos gracias a la resistencia). Porque lo que vencería allí entonces fue verdaderamente el hecho de poder regresar todos ellos a salvo, y no la culminación exitosa de aquel aventurado viaje temerario. Pero con ello, de todas formas, y sin haberlo él querido así exactamente, consiguió la gloria...

(Imágenes del fotógrafo de la expedición, Frank Hurley: el Endurance en el mar de Weddell, atrapado en el hielo; Fotografía de parte de la tripulación y el Endurance al fondo, 1915; Fotografía de Shackleton (primero por la izquierda), con parte de su tripulación en un campamento en el hielo, después de abandonar el barco; Imagen de Ernest Shackleton.)

3 de octubre de 2009

La provocación, el erotismo, la imagen y el Arte.



La oposición, la belleza, la osadía, la insinuación, la decisión, el descaro, la provocación, el orgullo, la entrega, la lujuria, la confianza, la ternura, la fortaleza, la lascivia, la sorpresa, la fiereza, la pasión, la sensualidad, la naturalidad y el deseo.  Estas son solo unas muestras de los conceptos simbólicos, en ese mismo orden (de arriba abajo y de izquierda a derecha), de lo que cada una de esas imágenes artísticas nos puedan hacer inspirar emocionalmente con los gestos eróticos que sus imágenes representan.

Esto es lo que desde la antigüedad hasta la actualidad selecciono aquí con esas imágenes de Arte. En algunas de ellas se observa o la conexión de la imagen con el observador o la indiferencia con él. En ambos casos, la fuerza de lo que simboliza siempre es la misma, da igual que la imagen del personaje representado nos mire o no lo haga. En algunas otras imágenes nos miran de un modo distinto: unas veces nos comunicarán afirmación o anhelo y otras frialdad o desapego. En otras incluso la autosuficiencia que demuestra la mirada de la modelo nos atraerá ávidamente, pero será una atracción algo incompleta o algo equívoca.  En todas ellas el autor busca provocar. Desde el estilo más elaborado hasta la tendencia más abrupta. La comunicación más primitiva, la más impactante o la más provocadora. Así son las representaciones eróticas que nos pueden ofrecer todas estas imágenes, tanto en el propio Arte como en las de la burda imagen publicitaria.

(Imagen de relieve egipcio; Escultura de Venus griega; Cleopatra, del pintor Luca Giordano (1634-1705); Gran Odalisca, del pintor francés Ingres (1780-1867); Olympia, de Manet (1832-1883); Desnudo, de Anselmo Miguel Nieto (1881-1964); Desayuno en la hierba, de Manet; Safo, de Charles August Mengin (1853-1933); El Sueño, de Gustave Courbet (1819-1877); Aquiles y Briseida, de Agostino Carracci (1557-1602); Desnudo sentado, de Vera Rockline (1896-1934); Desnudo, de Henri Manguin (1874-1949); Columna rota, de Frida Kahlo (1907-1954); Fotografía de la actriz norteamericana Madonna; Venus adentro, de Gunilla Elam, pintora sueca actual; Ilustración del artista Aubrey Beardsley (1872-1898); Fotografías de las actrices norteamericanas Kim Bassinger y Marilyn Monroe; Desnudo, de Max Hermann Pechstein (1881-1955); Desnudo, del pintor actual americano Hellmut Soltau.)

1 de octubre de 2009

La Roma antigua, Eros, la Arqueología y el Arte.



Cuando a finales del siglo XVI el arquitecto Domenico Fontana (1543-1607) descubriese accidentalmente los frescos de Pompeya y Herculano, dice la leyenda que volvió a cubrirlos por temor a que no le creyesen, o por todo lo contrario... La moral de aquellos años no hubiese soportado aquella expresión iconográfica tan erótica. Pero no fue sino hasta principios del siglo XVIII cuando oficialmente se descubriesen las ruinas de lo que fueron dos de las aglomeraciones romanas más conservadas de la historia. Y lo fueron gracias, no obstante, a la catástrofe que las sepultara durante muchos siglos consecuencia de la lava de la erupción del volcán Vesubio del año 79. Fue el militar e ingeniero aragonés Roque de Alcubierre (1702-1780), al servicio por entonces del rey Carlos de Nápoles (Carlos III de España después), el primer hombre que descubriese y se preocupase de salvar y dar a conocer los restos sepultados por la ceniza volcánica del Vesubio.

Luego, durante el año 1819, un conservador napolitano conseguiría reunir algunos restos hallados en esas excavaciones romanas, unos trabajos que se llevaban ya a cabo en Pompeya desde el siglo anterior. Entonces guardaría esos tesoros eróticos arqueológicos en un lugar especialmente creado para ello. Lo llamaría el Gabinete de los objetos obscenos. Sin embargo, en el año 1823 ese recinto especial pasaría a llamarse Gabinete de los objetos reservados. En el año 1860 Alejandro Dumas (1802-1870), el escritor más famoso de Francia, fue nombrado entonces por el libertador italiano Garibaldi (1807-1882) jefe de las excavaciones y museos de Nápoles. Dumas le cambiaría el nombre al gabinete por el de Colección Pornográfica, una palabra que, de todos modos, ya había sido inventada 2.300 años antes por un curioso pintor griego de Éfeso, Parrasio.

(Fresco de Pompeya en el Museo Arqueológico de Nápoles; Fresco procedente de la casa del Centenario, Pompeya, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles; Fresco de las Termas de Pompeya; Imagen de una sala o comedor íntimo (triclinium), donde se aprecian los lechos en donde los pompeyanos comían y bebían recostados, Pompeya.)