22 de septiembre de 2010

Dos artistas unidos por la Paz en casi trescientos años: un gran pintor y un gran director.



En un año aproximado al que naciera el rey español Carlos II (1661-1700), gran mecenas luego del artista, se cree que el pintor napolitano Luca Giordano (1634-1705) compuso su extraordinaria obra Rubens pintando la Alegoría de la Paz. El cuadro es un homenaje al gran pintor flamenco Pedro Pablo Rubens, el cual aparece además dentro del lienzo pintando la misma escena retratada desde su punto de vista. Pero, sobre todo, es un gran homenaje a la Paz, pues Europa había acabado de padecer una de sus más devastadoras y crueles guerras, la de los Treinta años (1618-1648). En este gran lienzo barroco el maestro Luca Giordano mostraba a la diosa Venus, que aquí simboliza la Paz, rechazando con su mano firme a Marte, el dios mitológico de la guerra y a la vez su propio amante. Con el gesto de los dos dioses-amantes el pintor expresaría la contradicción y la complementación de ambos conceptos representados: la paz y la guerra.  Se aprecian en el cuadro los objetos que la guerra destruirá pero que Venus tratará de proteger: las artes, el comercio, la ciencia... Al fondo del cuadro los cañones apenas dejan vislumbrar la figura mitológica de una destrucción (el furor) que, desatando las cadenas de su horror, inevitablemente acabará por triunfar en el mundo.

Luca Giordano fue un artista que, aunque lograría el éxito en su época, no obtuvo un merecido reconocimiento posterior en la Historia del Arte. Quizá fue por ser él un eficaz copista de otros grandes maestros, o también  por su gran facilidad y rapidez para terminar las composiciones que realizaba. La realidad es que no ha sido muy valorado a pesar de haber sido uno de los más grandes pintores de su época, final del Barroco. En esta magnífica obra  Alegoría de la Paz se puede apreciar su talento para componer un conjunto tan complejo como hermoso, tan misterioso como equilibrado: una maravillosa obra de Arte barroco. Pero en el año 1957 otro artista, esta vez poco valorado en vida pero que ha pasado a la historia del cine como gran maestro, Stanley Kubrick (1928-1999), realizaría otra alegoría de la paz, pero en esta ocasión se inspiraría en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

La película Senderos de Gloria, que no pudo producirse en los EEUU ni en Francia siquiera, tuvo que filmarse curiosamente en Alemania, país derrotado en aquella guerra. Sin embargo, sólo se estrenaría en los Estados Unidos, no pudiéndose estrenar en Europa por las heridas que levantaba aún entre los países contendientes aliados. Sólo hasta pasados veinte años, en el año 1975, no se acabaría proyectando en Francia. Y hasta casi treinta años después no pudo verse en España. Pero a pesar de todo obtuvo Kubrick otra obra de Arte como la que el gran pintor Giordano consiguiera antes: misteriosa, grandiosa, hermosa, emotiva y auténtica. Dos creadores unidos por sus obras de loa a la paz, dos autores que padecieron la guerra y sus efectos, y que, con lo que cada uno mejor sabía hacer, consiguieron evidenciar la gran contradicción del ser humano y de su mundo: los conflictos inevitables y su inevitable absurdidad

(Imagen del cuadro Rubens pintando la alegoría de la Paz, de Luca Giordano, 1660, Museo del Prado; Autorretrato de Luca Giordano; Cartel de la película de 1957 Senderos de Gloria, de Stanley Kubrick; Fotografías del director Stanley Kubrick.)

Vídeos de la película Senderos de Gloria, 1957:

14 de septiembre de 2010

La absenta: de la locura del ajenjo a la creación más inspiradora.



En el libro del Apocalipsis, escrito por el evangelista Juan de Patmos (Galilea,?- Patmos, 110), se dice en el capítulo 8 de ese misterioso libro lo siguiente: Y tocó la trompeta el tercer ángel, y se precipitó del cielo una gran estrella ardiendo como una antorcha, cayendo en la tercera parte de los ríos y manantiales de las aguas. El nombre de la estrella es Ajenjo, y así se convirtió la tercera parte de las aguas en ajenjo y muchos hombres murieron de esas aguas porque se habían vuelto amargas... La absenta -también llamada ajenjo- fue durante muchos años una bebida bohemia, alucinógena y prohibida. Empezaron a elaborarla los suizos en el año 1792, según una antigua receta anterior de un elixir monacal elaborado desde hacía siglos a base de ajenjo, hinojo y anís.

Pero, durante todo el siglo XIX se desarrollaría una peligrosa cultura espirituosa -alcohólica- del ajenjo. Fue en Francia donde muchos de sus creadores artísticos, fundamentalmente pintores, no sólo la consumirían sino que además la plasmarían en sus lienzos con mayor o menor acierto. Su poder analéptico y convulsionante hizo que la absenta fuese prohibida en algunos países a partir del año 1915. Sin embargo, su utilización seguiría luego camuflada bajo otras etiquetas y otros envases... Actualmente se permite su comercio, como cualquier otro licor alcohólico, pero ahora con algunas restricciones normales en su fabricación. Pero, sobre todo, la absenta fue la inspiración de unos pocos y el refugio de muchos. En estos ejemplos pictóricos que se muestran aquí se aprecian los personajes y las escenas; éstas expresarán más que un mero rostro o una simple figura personal. Es la soledad... Porque los efectos de la absenta eran devastadores en aquellos que la consumían compulsivamente. El tiempo se detenía; el placer entonces parecería algo permanente y erótico; la mente fluiría y vagaría..., aunque, al final, como con casi todos los estimulantes, el resultado era volver drásticamente a la cruda e indeseable realidad. De ahí el enloquecimiento de algunos, como el gran Van Gogh, que se llegaría a automutilar después de una gran ingesta de absenta.

Una de las pintoras más aficionada a beberla fue Suzanne Valadon (1867-1938). Esta pintora francesa enamoraría en el año 1893, irremediablemente, al gran compositor francés Erik Satie (1866-1925). Sólo lo pintaría a él una vez en un lienzo impresionista, abandonándolo luego después de casi seis meses de relación. Él entonces, para calmar su desolación y desengaño, compuso una de sus más melodiosas obras maestras, Danses Ghotiques, una con la que trataría de buscar su paz interior y su refugio. Otros artistas han creado hasta imágenes espectrales en sus obras, donde ahora la musa del Hada Verde, como se llamaba al licor de absenta, ofrecería la inspiración a cambio de la locura... O como el ilustrador y pintor francés Jean-Louis Forain (1852-1931), que pintaría su estremecedor cuadro Bebedora de Absenta (imagen en blanco y negro) en el año 1885 y reflejaría así en su obra, tanto en la figura de la mujer como en la perspectiva ilimitada del fondo de un espejo, el  aislamiento, la tristeza, la incertidumbre, la infinita soledad o el peor de los desapegos existenciales...

(Cuadro de Manet, El bebedor de absenta, 1859; Óleo de Degas, Bebedora de Absenta; Cuadro de Picasso, La bebedora de Absenta; Cuadro de Albert Maignan (1845-1908), La musa verde; Cuadro del pintor argentino Valentín Thibon de Libian (1889-1931), Bebedor de ajenjo; Óleo de Toulouse-Lautrec, Bebedora de absenta; Cuadro del pintor checo Viktor Oliva (1861-1928), Bebedor de absenta; Cuadro del pintor español Ramón Casas (1866-1932), Suzanne (Valadon) bebiendo absenta; Cuadro de Suzanne Valadon, Desnudos; Cuadro de la pintora francesa Suzanne Valadon, Retrato de Erik Satie; Litografía de Jean-Louis Forain, Bebedora de Absenta, 1885, Rhode Island, EEUU; Imagen de una publicidad suiza de bebida de Absenta)

Vídeo de fragmento al piano de una obra del compositor francés Erik Satie.

11 de septiembre de 2010

Una transformación de cine: del baile español a los escenarios cinematográficos anglosajones.



Muchos bailarines españoles emigraron a los Estados Unidos a comienzos del siglo XX buscando la oportunidad de triunfar en un mundo despiadado. Fue el caso de la familia Cansino (Eduardo, José, Elisa y el padre de los tres hermanos, Ángel), originarios del pueblo de Castilleja de la Cuesta, situado a pocos kilómetros de la ciudad española de Sevilla. En el año 1916 Eduardo Cansino (1895-1968) conoce a Volga Haworth, una hermosa bailarina de origen irlandés que era miembro del elenco de jóvenes bellezas del Ziegfeld Follies de Nueva York. Ambos se casan en el año 1917 y forman por entonces el grupo de baile Eduardo-Volga-Elisa, conocido también como Studio Dancing, todo un negocio de danza, academia y producciones artísticas en California. En el año 1918 tienen una hija a la que llamaron Margarita Carmen, una joven belleza hispano-irlandesa que empezaría a bailar desde muy niña. Tiempo después, con diecisiete años, bailando Margarita en un local llamado El club caliente, sería descubierta por un ejecutivo de la productora norteamericana Fox.

Le proponen que participe en un pequeño papel de la producción El infierno de Dante del año 1935, protagonizada por el joven actor Spencer Tracy. De esa oportunidad cinematográfica acabaría pronto siendo promocionada al estrellato y enamorada luego de un empresario texano, Edward C. Judson, con el que acabaría casándose en el año 1937. Su marido americano la transformaría para siempre, pasaría entonces de ser una adolescente bailarina hispana a ser toda una intérprete y mujer-fatal anglosajona. Más adelante utiliza su arte de bailarina para actuar en una producción norteamericana con el gran Fred Astaire en el año 1942, Bailando nace el amor. En el año 1948 sería contratada para protagonizar Los amores de Carmen, un film basado en la famosa ópera francesa del mismo nombre. En esta película colabora también su padre, Eduardo Cansino, como asesor de la producción artística. En menos de cinco años Rita Hayworth (1918-1987) acabaría siendo totalmente transformada de una bailarina exótica y racial a una mítica actriz del todo exuberante y una imagen muy anglosajona. Toda la magia y el engaño del cine puesto verdaderamente en acción.

(Imagen de Rita Hayworth en un fotograma de Bailando nace el amor, 1942; Imagen de Margarita Carmen Cansino en 1935, donde todavía no se aprecia el efecto que la electrolisis causaría en el perfil de sus sienes con su cabello; Fotograma de la pareja Astaire-Hayworth; Cartel de la película Bailando nace el amor, 1942; Fotografía de Rita Hayworth; Fotografía de estudio del padre, Eduardo, y de su tía Elisa; Sello comercial del grupo artístico, Studio Dancing, de la familia Cansino, 1923.)

Vídeo de la película Los amores de Carmen, 1948.

27 de agosto de 2010

Un parecido físico, una mujer extraordinaria y un noble español.



En el verano del año 1934 contrajeron matrimonio en la ciudad de Palma de Mallorca la norteamericana Natacha Rambova y el aristócrata español Álvaro de Urzaiz y Silva. Winifred Shaughnessy, verdadero nombre de Rambova, había sido la segunda esposa del entonces desaparecido y mítico actor Rodolfo Valentino. Nacida en el estado americano de Utah en 1897, Natacha Rambova cambiaría su verdadero nombre al conocer en Nueva York al famoso bailarín y actor ruso Theodore Kosloff, con el cual comenzaría una tormentosa relación -a sus diecisiete años- para finalmente participar en su compañía de Ballet Ruso itinerante. Más tarde fue contratada por la productora de cine MGM en Los Ángeles y conocería a la actriz Alla Nazimova (1879-1945), con quien, al parecer, llegaría a mantener sus primeros flirteos bisexuales. Esa relación impulsaría su carrera de diseñadora artística, lo que supuso para Natacha Rambova un mayor acercamiento al incipiente y fascinante mundo del cine. Conocería en el año 1921 al actor Rodolfo Valentino y acabaría colaborando en el decorado Art-decó de una de sus películas, Camille, una versión moderna de La Dama de las Camelias del escritor Alejandro Dumas hijo. Natacha Rambova fue una apasionada del estilo Art Decó europeo que acabaría por introducir en casi todos sus trabajos de diseñadora, como lo hiciera en aquella película protagonizada por Valentino. Con la actriz Nazimova participaría en la película Salomé (1923) diseñando la escenografía y realizando hasta el guión cinematográfico, para lo cual utilizaría el pseudónimo de Peter M. Winters. Acabaría casándose con Valentino en el año 1922, pero influiría tanto en la carrera del famoso galán que las productoras acabaron obligándole a él a no poder decidir nada sobre su trabajo. Esta eventualidad artística, además de las desavenencias de la pareja, motivarían la separación de ambos a principios del año 1926, meses antes del fallecimiento de Valentino. 

Tiempo después Natacha Rambova se marcharía a Nueva York para dedicarse a la alta moda abriendo en 1927 una tienda en la Quinta Avenida. Por aquellos años empezaría su curiosa afición a lo esotérico, al misticismo y la astrología. En el año 1934 se transladaría a Europa donde conocería al aristócrata y oficial de la Marina española Álvaro de Urzaiz y Silva, de gran parecido al actor Rodolfo Valentino y ocho años menor que ella. Urzaiz se enamora muy pronto de la extraordinaria belleza y personalidad de Natacha. Se acaban casando en la catedral mallorquina y vivieron en la isla balear durante algunos años, donde se dedicarían a decorar y transformar grandes residencias lujosas que ofrecían luego a la alta sociedad de entonces. Al comienzo de la guerra civil española Rambova, que se identificaba con las ideas conservadoras de su esposo, tuvo una especial actuación que demostraba su especial talante personal. El anterior gobernador civil republicano de la isla, Antonio Espina, cuya esposa era amiga de Natacha, había sido cesado y detenido en el verano del año 1936. Como muchos otros detenidos políticos podía acabar siendo ejecutado o fusilado sumariamente, así que la esposa del ex-gobernador, una católica devota, buscaría con sus hijos refugio y protección en el obispo de Palma de Mallorca. Sin embargo éste le negaría el asilo y auxilio que la señora Espina le solicitara desesperada. Natacha Rambova se presenta entonces un día, muy decidida, ante el obispo durante un oficio religioso en la catedral de Palma, y, delante de todos, le acabaría preguntando, muy alterada, a la cara: ¿cuándo piensa usted detener esta matanza?

Poco tiempo después se iría alejando de Álvaro de Urzaiz, el cual había sido además obligado a participar en algunas misiones militares españolas por Europa. En el año 1939 Natacha, finalmente, huiría a Francia por la frontera pirenaica abandonando a su noble esposo español. Álvaro de Urzaiz y Silva era el segundo hijo de la condesa del Puerto, doña María de Silva y Carvajal-Vargas (1874-1962), la cual descendía del aristócrata y criollo americano don Fermín de Carvajal y Vargas (1722-1796). Este español fue descendiente del que fuera nombrado en el año 1514 primer Correo Mayor de Indias por el rey Fernando V de España, don Lorenzo Galíndez de Carvajal (1472-1527). Dispusieron sus descendientes de la concesión exclusiva del tráfico de cartas y documentos enviados entre España y sus posesiones americanas durante casi 255 años. Esta exclusiva del correo de Indias fue disuelta definitivamente en el año 1768 por el rey español Carlos III, por lo cual el último Correo Mayor de Indias fue don Fermín de Carvajal y Vargas, también conde del Puerto y además Grande de España, el único criollo americano (español nacido en las Indias) que lo fuera. Álvaro de Urzaiz participaría en comisiones navales a Alemania durante los años 1941 y 1942 enviadas por el Estado Mayor de la Armada. Solicitaría a principios de los años cuarenta a Natacha la anulación religiosa de su matrimonio (cuando se casan en 1934 sí había divorcio en España pero luego, en 1940, dejaría de haberlo), algo que ella, sin embargo, no le ofrecería hasta bastante tiempo después. Álvaro de Urzaiz comandaría durante el verano del año 1948 el buque-escuela de la Armada española Juan Sebastián Elcano en su duodécimo crucero alrededor del mundo. Se volvería a casar con una joven aristócrata española en el año 1956, años después de que Natacha accediese por fin a la anulación matrimonial. Fallecería en Madrid cinco años después víctima de un cáncer terrible. Natacha Rambova regresaría a los Estados Unidos y le sobreviviría hasta el año 1966, dedicándose entonces a otras de sus pasiones: la egiptología y el simbolismo. Al final de su azarosa vida, cuando su grave enfermedad anoréxica no la dejase vivir, entonces su corazón, tan latido, vibrante y apasionado por la vida, la acabaría traicionando definitivamente.

(Imagen fotográfica de Natacha Rambova, 1921; Fotografía del matrimonio Valentino-Rambova, 1923; La actriz Alla Nazimova en un fotograma de la película Salomé, donde la interpretaba cuando tenía 44 años ya; Fotografía de Natacha Rambova en 1931, embarcada rumbo a Europa; Fotografía del capitán de fragata Álvaro de Urzaiz, en la comisión Urzaiz de 1942; Fotografía de la flota de lanzatorpederos LT alemanes, traídos a España por Álvaro de Urzaiz en 1942; Fotografía del buque-escuela español Juan Sebastián Elcano, del cual fue comandante Álvaro de Urzaiz en la travesía de 1948; Pintura de su antepasado y Correo Mayor de Indias, Fermín Francisco de Carvajal y Vargas, Museo Histórico Nacional de Chile, Santiago de Chile.)

24 de agosto de 2010

Un menage a trois histórico causó una victoria, un fatal destino y un film.



La belleza de una mujer pocas veces ha podido causar una historia tan increíble, fascinante y trascendente como la belleza de Emma Lyon (1761-1815). Nacida en el condado de Cheshire, Inglaterra, y huérfana de padre, su madre se vería obligada a ponerse muy pronto a servir. Así hasta que ambas se trasladaron a Londres y entonces Emma conseguiría entrar al servicio de un famoso compositor británico, Thomas Linley. Más tarde trabajaría en una posada donde una tarde un teniente de la Marina británica, John Willet Payne (1752-1803), se enamoraría de ella convirtiéndola en su amante. Este oficial inglés se preocuparía mucho en educarla, así hasta quedar ella embarazada de él a los diecisiete años. Una situación económica difícil obligaría a Payne a buscar ayuda en un amigo aristócrata, Sir Harry Featherstonehangh. A cambio éste obtuvo luego a Emma como amante. Con Sir Harry Emma accedería a la alta sociedad londinense, pasando a vivir en el castillo de Up-Park y conociendo a personajes o artistas tan importantes como lo fuera el pintor George Romney (1734-1802), que llegaría a inmortalizarla en sus famosos retratos de escenas mitológicas. Luego llegaría en Up-Park a conocer a Charles Greville, miembro del Parlamento británico que la tomaría como amante oficial instalándola en su residencia de Edgeware Row.

Charles Greville se comprometería con una rica heredera y no tuvo más remedio que dejar a Emma. Para esto le pediría a su tío William Hamilton, rico viudo y cónsul británico en Nápoles, que acogiera a Emma en su casa napolitana. Sir William Hamilton (1730-1803) invitaría a Emma unos meses a su casa de Nápoles y acabaría también convirtiéndola en su amante. La fascinación que causó Emma en Sir William Hamilton fue tanta que, con 61 años y aficionado a la belleza y las antigüedades, sería el único amante que llegaría a proponerle matrimonio. Ella aceptaría encantada en el año 1791 y pasaría a ser Lady Hamilton. Por aquellos años, finales del siglo XVIII, Francia era una República muy beligerante y haría en Europa temblar a algunas monarquías. Nápoles era un reino independiente aunque perteneciente a la Casa de Borbón española, su rey, Fernando I de Nápoles, era el tercer hijo del rey Carlos III de España. Pero su pequeño reino estaba amenazado por la Francia revolucionaria. Nápoles participó en la Primera Coalición (1793-1797) contra el Directorio francés revolucionario, y como Inglaterra y su flota se encargaban de controlar el mediterráneo, apoyaría entonces a uno de sus aliados europeos frente a Francia. El Almirantazgo británico decide entonces enviar a su mejor marino a Nápoles. Y allí, en el año 1793, el consul inglés y su encantadora y joven esposa tuvieron ocasión de agasajar al vicealmirante de esa flota, Horatio Nelson (1758-1805), el cual quedaría impresionado por la belleza y simpatía de Lady Hamilton.

Cinco años después regresa Nelson a Nápoles para visitar a Emma. Por entonces la fama militar del gran marino británico después de haber ganado la Batalla del Nilo, le haría ser un personaje conocido y fascinante. Tanto que el propio Sir William Hamilton le acogería en su residencia y vería con buenos ojos los cuidados que su esposa mostrara por las heridas de él. Toleraría la relación que su esposa comenzara a tener con el vicealmirante. Hasta el punto de llegar a viajar los tres juntos a Inglaterra no por mar sino por el propio continente europeo. Lady Hamilton quedaría entonces embarazada de Nelson y las habladurías en Londres se hicieron demasiado públicas. El Almirantazgo británico vuelve a enviar de nuevo a Nelson a una misión al mar, de ese modo, pensaron los almirantes, lo apartarían algún tiempo de ella. En el año 1803 fallecería Sir William Hamilton y Nelson regresaría de nuevo al mar, para no volver a Inglaterra sino dentro de un barril de coñac, donde se conservaría su cadáver después de la Batalla de Trafalgar del año 1805. Emma Hamilton malgastaría la poca fortuna que le dejaría Sir William y, a pesar de las instrucciones dadas por Nelson, el gobierno británico no la ayudaría jamás, ni a ella ni a la pequeña Horacia, la hija tenida con el vicealmirante Nelson. Las dejarían a ambas en manos de los crueles acreedores. Incluso llegaría Emma Hamilton a estar en prisión con su hija, y, finalmente, se vería obligada a huir a Francia donde acabaría sus días abandonada, pobre, alcohólica y enferma en la ciudad costera francesa de Calais.

En el año 1941 la productora británica de Alexander Korda realizaría la película That Hamilton Women (Lady Hamilton), donde la famosa actriz Vivien Leigh (1913-1967) interpretaba a Emma Hamilton, y su marido, el gran actor Laurence Olivier (1907-1989), al entonces vicealmirante Nelson. Sólo obtuvo un oscar la película, y lo fue por la excelente música que el compositor húngaro Miklós Rósza (1907-1995) creara para el romántico film. Se llegaría decir por aquellos años que era la película favorita del primer ministro británico Winston Churchill, el cual presumía de haberla visto cientos de veces mientras dirigía el país durante la guerra.

(Fotografía de la actriz británica Vivien Leigh; Cuadros del pintor George Romney de retratos de Lady Hamilton; Cuadro del vicealmirante Horatio Nelson; Cuadro de Lady Nelson, esposa de Horatio; Cuadro de Sir William Hamilton; Grabado humorístico donde aparece William Hamilton, aficionado a las antigüedades, y en los cuadros en la pared su esposa -como Cleopatra- y Nelson -como Marco Antonio-, y los oportunos cuernos...; Montaje donde Vivien Leigh posa como su personaje Lady Hamilton en un cuadro de Romney.)

Vídeo de la película Lady Hamilton (That Hamilton Woman), del año 1941:

22 de agosto de 2010

De las calles de Sevilla a los boulevares del cine americano de entonces.



El novelista español Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) tuvo una vida tan prolífica como su extensa obra literaria. El mundo del cine le atrajo tanto al escritor español, que varias de sus novelas fueron filmadas en el Hollywood de los primeros años del cine mudo. Una de ellas fue la película The Temptress (1926), basada en su novela La tierra de todos escrita en el año 1922. La productora norteamericana Metro Goldwyn Mayer le encargaría el proyecto al cineasta sueco Mauritz Stiller (1883-1928), que un año antes se había traído, con él, a la actriz Greta Garbo (1905-1990) de su Suecia natal. Junto a ella, comenzó el rodaje en el año 1926. Sin embargo, los desencuentros de los productores con el director Stiller hicieron que le retiraran pronto de la dirección del film. Para el papel protagonista masculino contaron con un actor desconocido de origen español de 39 años, un joven español que, desde catorce años antes -en el año 1912-, había comenzado a trabajar en el cine pionero norteamericano de entonces. Antonio Garrido Monteagudo Moreno (Madrid, 1887 - Los Ángeles, 1967) pasaría entonces de las calles de Sevilla a las grandes avenidas de la Nueva York de comienzos del siglo XX.

Conoció en Nueva York a su mecenas norteamericana, la viuda Charlotte Morgan, una heredera que le ofrecería la posibilidad de estudiar y poder trabajar en una compañía comercial, así hasta que una oportunidad en teatro como actor secundario le llevaría luego al cine. Su acento español no fue un impedimento por entonces -primeros años del cine mudo- para poder intervenir en una producción, una obra cinematográfica del influyente director D.W.Griffith, Two daughters of Eve del año 1912. A partir del año 1929, como muchos otros actores de cine mudo, Antonio Moreno se enfrentaría con la cruel realidad del cine sonoro, algo que, para los actores de habla no inglesa, fue una dificultad añadida para conseguir papeles importantes. Es por lo que tuvo que aceptar papeles secundarios, o dedicarse a películas rodadas en español para el mercado hispanohablante, o rodar, como director, algunas películas en México. Intervino incluso en una película española, María de la O, rodada en España en el año 1936. A pesar de todo eso, consiguió mantenerse en la industria cinematográfica norteamericana, aunque sólo en papeles secundarios y con un claro tono hispano.

Antonio Moreno fue el primero en ofrecer la imagen de Latin Lover en el Hollywood que encumbraría a otros actores latinos en ese estereotipo. Sin embargo, supo mantener un equilibrio entre seducción y sensibilidad. Probablemente, de haber tenido una pronunciación y un inglés perfectos, hubiese disfrutado de otra carrera que la que tuvo después de los años veinte. Gracias a su especial estilo, Antonio Moreno protagonizaría la película muda norteamericana It, producida en el año 1927. Esta cinta fue una adaptación de la obra literaria del mismo nombre de una novelista americana, Elinor Glyn (1864-1943). Esta escritora supo verlo idóneo para la película, ya que simbolizaba él esos nuevos aires de ruptura que vivía la joven sociedad norteamericana de los años veinte. La actriz Clara Bow (1905-1965) fue elegida también por Elinor Glyn para encarnar a la protagonista femenina, ese tipo de chica que, desde entonces, se denominó It. Con este término se empezaría a representar la imagen de una mujer que ofrecía ese extraño magnetismo que atraía a los dos sexos, esa actitud, cuasi masculina y muy moderna, que caracterizaba aquellos años en el peinado femenino o el vestir. Al final de su vida el actor Antonio Moreno, aquel que había cautivado con su apostura elegante, atractiva y masculina las cintas del cine mudo americano, acabaría haciendo solo papeles marginales de corta duración en algunas grandes producciones del Hollywood de los años cincuenta. Como la que hiciera, del maduro hacendado mexicano don Emilio Figueroa, en la gran película del director John Ford, Centauros del desierto, una magnífica cinta protagonizada en el año 1956 por el mítico John Wayne. Diez años después fallecía el olvidado actor español en aquel Beverly Hills de los sueños rotos, ese mismo lugar que, una vez, le viera brillar en su cielo tan engañoso, un firmamento por entonces estrellado, mítico, esplendoroso... y absolutamente efímero.

(Cuadro de Vicente Blasco Ibáñez, del pintor valenciano Alejandro Cabeza; Imagen fotográfica de estudio del actor español Antonio Moreno, 1919; Imagen fotográfica de Greta Garbo; Cartel de la película The Temptress, 1926, basada en la novela La tierra de todos, de Blasco Ibáñez; Imagen del rodaje de la película The Temptress, con Mauritz Stiller a la izquierda y la pareja Garbo y Moreno; Imagen de la actriz Clara Bow; Cartel de la película It, de 1927; Fotograma del film Centauros del Desierto, 1956, donde aparece de espaldas Antonio Moreno en el papel del maduro mexicano don Emilio Figueroa; Fotografía de Mauritz Stiller y Greta Garbo a la llegada a Nueva York en 1925; Abajo: Vídeo de la película española María de la O, 1936; en este caso con un Antonio Moreno ya de cincuenta años casi, y rodada en España por el director Francisco Elías e interpretada por la gran bailaora Carmen Amaya, 1913-1963.)